Opinión

Selectividad: un problema de subjetividad

2225 alumnos se han presentado este año en Navarra a las pruebas de acceso a la Universidad, es decir, a selectividad, que tuvieron lugar los días 9, 10 y 11 de junio. Una semana después se publican los resultados, y aquí es cuando viene el lío.

Decepción por obtener resultados mucho más bajos de los esperados, rabia, impotencia… Un año entero preparando una prueba que finalmente no sale como esperábamos. Lo que se supone que tendría que ser el colofón último a un año de esfuerzo y dedicación se torna, a veces, en un momento amargo. ¿Soy la única que piensa que el sistema que está impuesto en España, el que en último término decide si podemos cumplir nuestro sueño, es excesivamente subjetivo e incluso deficitario?

Efectivamente, el 94% de los presentados la superan, y sus resultados tienen escasa o nula trascendencia para la mayoría de ellos, ya que optan a carreras donde la oferta supera la demanda. El problema se plantea para alumnos que desean acceder a estudios con poca oferta, sobre todo si no existe la posibilidad de cursarlos en Navarra, en los que las plazas se deciden por décimas, incluso centésimas. Además este año, con las pruebas específicas, las notas de selectividad cobran mayor importancia (8 sobre 14) que en años anteriores (4 sobre 10).

Las pruebas de selectividad no son ni ecuánimes ni objetivas ya que cada Comunidad sigue un temario diferente, plantea exámenes distintos y dentro de una misma Comunidad hay varios correctores para una misma asignatura. Es muy difícil, casi imposible diría yo, que todos los profesores sigan los mismos criterios de corrección en asignaturas como Lengua, Historia o Filosofía. Todas estas desigualdades no hacen sino perjudicar al alumno, que ya no tiene que “competir” por una plaza en la Universidad con alumnos de su mismo centro o incluso de su misma Comunidad, sino con todos los alumnos de España que quieren esa plaza.