Opinión

Reverte y otras histerias

Sorprende encontrarse con eruditos caballeros defensores de una España que nunca existió. Sabido es por todos que la historia la narran siempre los vencedores, y que la relatan según conviene al mecenas o “líder” de turno, pero nubla la visión que a pesar de la talla de quienes defienden de esa manera aquella supuesta hidalguía, nos sigan vendiendo una realidad tan partidaria.

Es el sino de esta España del Mío Cid, llena de histerias y mentiras elevadas a la categoría de verdades indiscutibles, paradigmas inmatizables, como la afirmación del otro día del magnífico escritor Arturo Pérez Reverte, que dolido por la indiferencia ciudadana en la Plaza de los Fueros de Tudela, aseguraba que una vez más los franceses nos derrotaron el 24 de noviembre pasado cuando, tras recrearse la batalla contra los ejércitos napoleónicos de 1808, durante la Guerra de la Independencia, al parecer nadie se levantó ante el chunta-chunta de siempre, restregándonos su saber, pero ignorando a un tiempo que Navarra, en aquel momento, todavía era reyno independiente, y que los franceses entraron en Navarra pacíficamente camino de Portugal, en virtud del compromiso adquirido entre Napoleón y el ministro Español Godoy, que una vez más utilizó a conveniencia la neutralidad y vínculos navarros con Francia.

Curiosa forma la suya, e indolente, Sr. Reverte, de recordar como epopeya esas dos únicas banderas en Tudela, que en la época eran más, integradas en un imperio al que el sol se le puso por ignorancia, inquinas, pensamiento único regido por la Santa Inquisición, escaso saber estar y nula conciencia humanista.