Opinión

Reflexiones tributarias

Los gobiernos disponen de dos instrumentos esenciales para orientar y definir su política económica; los impuestos y los presupuestos. En otras palabras, cómo ingresa, cómo gasta y en qué lo gasta.

Según la orientación de los criterios fiscales y la forma de redistribuir la riqueza recaudada, se podrá valorar el grado de progresismo de un determinado gobierno.

El antiguo debate entre Estado y mercado cobra actualidad. ¿Quiénes persiguen reducir al Estado a su mínima expresión? Los que no lo necesitan, porque su poder adquisitivo les permite utilizar la red privada. Por eso desprestigian lo público, porque desean sustituir el estado de bienestar por el estado de beneficencia.

Aún así, a nadie le gusta pagar impuestos. ¿Se imaginan el resultado de un referéndum sobre cuál debería ser la carga tributaria? Paradójicamente, todos deseamos tener los mejores servicios. Injusto maniqueísmo, se considera malos los que suben impuestos y buenos los que los bajan. El acierto o desacierto estará en la proporción entre lo que pago y lo que recibo, no sólo en lo que tributo.

El sentido común nos recuerda que en los periodos expansivos de mayor recaudación es adecuado bajar los impuestos y es razonable crear reservas para afrontar los ciclos recesivos, donde la reducción de los ingresos fiscales derivados del menor crecimiento deben ser compensados con un mayor esfuerzo colectivo que permita mantener el gasto social y las inversiones públicas. Asimismo se hace necesario un mayor esfuerzo inversor para estimular la actividad económica y generar empleo.

No se suben por capricho. Si el PIB decrece, para mantener el gasto social creciente y las inversiones públicas se genera déficit, que requiere deuda pública para pagarlo. Estos títulos no se suscriben sólo en España, ya que el dinero de los españoles no da para tanto y hay que salir a venderla fuera y obviamente los inversores exigen garantías. Demostrar a los compradores extranjeros que los ciudadanos del país emisor de los títulos refuerzan la solvencia del Estado pagando más impuestos, mejora la credibilidad en los mercados financieros, lo cual alivia la cuantía de los intereses.

Desearía finalizar clarificando algunas ideas y desmontando algunos tópicos erróneos:

1. Subir o bajar impuestos no es de derechas o de izquierdas. Dependerá de cómo y quiénes soportan la carga tributaria y de los mecanismos de retorno y redistribución establecidos.

2. No es cierto el mito de que la izquierda sube impuestos y la derecha los baje. Cuando gobernaba Aznar la presión fiscal era del 33,9%, actualmente se sitúa en el 32,8. Estamos siete puntos por debajo de la eurozona que soporta un 40,4%.

3. Es razonable reconocer que el incremento propuesto es moderado; no sube el IRPF para las rentas salariales, no aumenta el IVA en los productos de primera necesidad. El incremento en las rentas de capital es de un 1% hasta 6000 euros. Para un depósito de 10.000 euros al 2% la subida sería de 2 euros al año.Y no podemos olvidar que se reduce un 5% el impuesto de sociedades a las pequeñas empresas que creen o consoliden el empleo.

4. Es muy importante conocer qué gastos suprimiría el PP para no tener la necesidad de hacer ajustes fiscales (pensiones, desempleo, dependencia, becas, sanidad etc.) y qué inversiones públicas dejaría de hacer.