Kellgren dijo aquello de que "sólo se es genial si se es loco", pero en la piel de toro hemos tenido mala suerte... La genialidad gubernamental es, sencilla e indiscutiblemente, tonta, interesada -a secas-, y sin solución alguna.
La última ocurrencia del Ejecutivo central de reducir la velocidad a 110 km/h en las carreteras, arguyendo aquello del ahorro energético dada la crisis en el norte de África, no es más que otra forma más de recaudar alegremente vía DGT. Convirtiendo además la medida en la más impresentable de cuantas arbitrarias acciones ha puesto en marcha el "Inútil".
Es cierto que el mayor de nuestros problemas es el de la Energía. Si falta el suministro de petróleo y gas por problemas en esos países nos pararíamos en 3 meses, porque no hay más reservas. Pero de ahí a semejante dislate, va un trecho...
Greenpeace, entre otras muchas organizaciones, ha desmentido otra vez las mentiras del lobby nuclear -personificado en su mejor esbirro, el ministro Sebastián-, aclarando que España vende electricidad a otros países, y demostrando nuevamente la viabilidad de un modelo 100% renovable en Europa, como ha documentado en el informe "La batalla de las redes". De modo que no es posible que nos vengan con el cuento del ahorro en la carretera para justificar una nueva acción de despiste.
Una vez más el Estado reduce nuestros derechos y, lo peor de todo, es que estamos consintiendo que nos instalen una jaima en la república independiente del salón de estar de casa sin decir una palabra.
