Opinión

Pamplona 2007, la ciudad que queremos

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Mirar al exterior y abrir la ciudad al futuro

Desde estas premisas, hechos y formas, veo una ciudad quebrada, partida en dos, gobernada en los gestos del siglo XIX, vetusta, que se quiere sea provinciana, una ciudad gobernada desde la regencia. Una ciudad transformada desde las soluciones para las megalópolis, en aquellas ciudades que han desbordado lo humano y parchean a golpe de obras su impotencia para dar dimensión de entorno urbano a la medida de las personas.

Nos han transformado Pamplona sin la voluntad de los ciudadanos, sin saber hacia dónde nos llevan los cambios. Pero, lo que es más importante, nos han hurtado el debate, el diálogo, la participación en este proceso. Sin embargo, yo tengo otra Pamplona en la memoria, yo sí recuerdo otra Pamplona. Y ahora, en 2007, lo que toca es situar a Iruñea en su verdadera dimensión de ciudad que, por cierto, sigue estando en los baremos ideales reflejados en todos los estudios de la Unesco.

Podemos hacer otra ciudad

¿Por qué no seguir algunas de sus recomendaciones, perfectamente aplicables a Pamplona?

La Ciudad Creativa. ¿Ambicioso, extemporáneo? No. Tenemos los mejores cimientos si sabemos recuperarlos para la ciudad; contar con los talentos -y los hay en buen número- que, fuera e incluso dentro de las murallas de la regencia, han sabido escapar a las limitaciones y han hecho de Pamplona, de Iruñea, seña de creatividad en el mundo. Y por supuesto, ¡sin exclusiones! Cultura y exclusión son términos antagónicos.

No puede pasar un año más: Iruñea necesita de la genialidad de la creación artística: falta arte en nuestras calles, música en las avenidas mucho más allá de dejarlas encerradas en un baluarte.

Propone también la Unesco el programa MOST, que ya desde 1994 ofrece soluciones a problemáticas del entorno urbano en cuatro áreas bien definidas: desarrollo urbano y transformaciones sociales, sostenibilidad social y distritos históricos, gobierno urbano y participación, y desarrollo de capacidades de profesionales urbanos. Y en este último punto sí quiero reivindicar la necesidad de poner en valor y recuperar la capacidad de ejercicio de los funcionarios municipales, que debe ser un objetivo prioritario.

En tercer lugar, Pamplona no puede volver a ser ni ajena ni insensible al programa de Unesco de Ciudades por la Paz. Con los ecos aún recientes del último atentado de ETA, una ciudad especialmente golpeada por el terrorismo necesita actuaciones concretas, efectivas y ambiciosas para hacer posible la convivencia en paz. Debemos apostar por iniciativas municipales que contribuyan a reforzar la cohesión social y mejorar las condiciones de vida de los barrios con dificultades de desarrollo para una verdadera convivencia urbana. En 2007 nuestro objetivo debe ser la desaparición de todo tipo de violencia en el entorno urbano.

Si en algo han sido negativos estos años de proyecto ya agotado, probablemente sea en haber mermado nuestra convicción en las posibilidades que Pamplona tiene como ciudad de vanguardia y progreso social. Sólo nos ha quedado el orgullo de sentirnos pamplonesas y pamploneses el 6 de julio y, la verdad, un solo día al año no es nada. Podemos hacer de Pamplona otra ciudad:

Una ciudad para la participación . Primero, para hacer el diagnóstico de la ciudad, qué necesitamos, qué nos falta... Participación para pulsar mucho más que cada cuatro años los deseos, la voluntad de la ciudadanía. Utilizar al máximo las Tecnologías de la Información y la Comunicación para favorecer el e-gobierno, haciendo la administración municipal mucho más cercana, fácil y eficaz. Y mucho menos gravosa. Porque también tenemos que cuestionarnos el modelo de financiación municipal, la fiscalidad y, por supuesto, la formulación presupuestaria.

Y para todo ello la herramienta es clara: un estatuto de participación del ciudadano, cuyo objetivo fundamental será garantizar el ejercicio real y efectivo de los derechos individuales de los ciudadanos. No podemos aceptar que el único diálogo que nos permiten después de votar sea presentar una denuncia en dependencias municipales. Podemos hacer una ciudad a la medida de las necesidades de las personas, porque son ellas las que deben marcar sus expectativas para hacer de Pamplona una ciudad para disfrutar.

Y por lo tanto, podemos hacer una ciudad para la mujer , para los mayores, para los jóvenes; porque no tienen los mismos problemas, pero sí deben encontrar en la misma ciudad la respuesta social a sus necesidades.

Una ciudad para disfrutar

Una ciudad accesible con una red de transporte público acorde con las exigencias intermodales de la comarca y la ciudad. Un transporte mucho más versátil, ajustado a las necesidades de las personas y sus ocupaciones. Y que aproveche las herramientas que en torno al sector automovilístico tiene Pamplona: ¿Por qué no un cluster del transporte público en torno a Landaben?

Accesible, también, en su política de vivienda: vivienda social. VPO, sí; pero ni es suficiente ni siempre se aplica correctamente. Lo saben bien las ONG implicadas en la lucha contra la pobreza. Hagamos posible un uso democrático y no recaudatorio del suelo.

Podemos hacer una Pamplona que aproveche todas sus posibilidades en el terreno de la gestión del conocimiento: Una ciudad de la salud (centros hospitalarios, clínicos y de investigación; universidades; industria del medicamento), con capacidad de ser referencia internacional, recuperando también el ámbito público.

La ciudad trilingüe, que nuestras generaciones más jóvenes se beneficien de nuestra riqueza lingüística, la que da el poder hablar euskara -una de las más antiguas herramientas de expresión humana-, castellano -una de las lenguas más extendidas en el planeta-, e inglés -la primera lengua de la comunicación internacional-. ¿Cómo negarles a nuestros hijos la posibilidad de vivir en el entorno privilegiado de una Pamplona trilingüe? Hagamos de la lengua un patrimonio de todos, y de Pamplona su mejor escenario de convivencia.