Opinión

Los problemas domésticos de Obama

Tras la creación de un regulador del "riesgo sistémico", por la Administración Obama que intentaría reducir los poderes del regulador bursátil estadounidense (SEC), otorgando más poder a la Reserva Federal (Fed) para supervisar las firmas financieras más importantes como parte de una reorganización de los actuales reguladores y la Promulgación de la Ley contra Abusos bancarios en las Tarjetas de Crédito, con el objetivo de evitar las prácticas abusivas de los Bancos que habrían provocado un incremento del 25% en las Deudas con Tarjetas en la última década, haciendo que el 20% de los norteamericanos deban pagar intereses superiores al 20% , Obama prosigue su particular “cruzada” contra la Banca con la posible Implementación de un nuevo gravamen a la Banca.

El nuevo gravamen, bautizado como "tasa de responsabilidad en la crisis financiera", permitirá recaudar unos 90.000 millones de dólares en diez años y 117.000 millones en doce años y el nuevo impuesto se aplicará a las 50 mayores entidades financieras que operan en el país, entre bancos, aseguradoras e intermediarios financieros, aunque quince de ellas son filiales de compañías extranjeras. El gravamen implicará, según los cálculos de los expertos, el pago de 1,5 millones de dólares por cada 1.000 millones de activos de las entidades afectadas y el 60 por ciento de la recaudación total provendrá de las diez mayores firmas financieras de Estados Unidos con el objetivo de recuperar el dinero público aportado en el TARP , que costará finalmente unos 117.000 millones, por debajo de los 341.000 millones que se calculaba el pasado verano.

La propuesta de Obama coincide con un creciente descontento público por las cuantiosas bonificaciones que los bancos están pagando a sus ejecutivos ( bonus) y por el hecho de que no hayan suspendido el pago de dividendos a los accionistas en un entorno de crisis económica y alto desempleo (10 %). ( en Goldman, durante los tres primeros trimestres de 2009 ya se acumulaban 16.900 millones de dólares en incentivos ), siendo perentoria la necesidad de una hoja de ruta para amortizar el rescate pues a día 31 de diciembre de 2009 los mayores activos del TARP en posesión del gobierno federal eran 58.000 millones de dólares en acciones preferentes emitidas por varios bancos, 25.000 millones de dólares de acciones comunes en Citigroup, 46.980 millones de dólares en AIG y 61.000 millones de dólares invertidos en GM y Chrysler.

Los grupos de presión que representan a la banca preparan una campaña agresiva para impedir la aprobación del gravamen con el argumento de que el dinero recaudado por el gravamen se sacará del sistema bancario donde podría utilizarse para respaldar nuevos préstamos, ya que tras esta medida tildada por la Banca de "populista" , subyacería la necesidad de Obama de incrementar su popularidad entre el electorado americano (según una encuesta de Gallup, Barack Obama tendría una tasa de aprobación del 50 por ciento, una de las más bajas desde que inició su mandato con un 68% de aceptación ), pudiendo revivirse la Crisis del Acero (Kennedy, abril 1962), que privaría a Obama del apoyo de los hombres de negocios pero que aumentaría su popularidad entre las clases medias del país.

Fracaso del "New Frontier" kennedyano, plasmado en el utópico Programa de Obama de destinar ingentes fondos federales para la Mejora de la Educación, la Ampliación de la Cobertura de la Sanidad Pública a 31 millones de personas sin seguro médico y la ampliación de la cobertura del desempleo a 8 millones de nuevos parados, pero que serán postergadas sine die o nacerán descafeinados tras su tramitación parlamentaria al ser claramente o_nerosas para el erario público(se estima que costarían unos 650.000 millones de $) y estar sumido el país en una aguda recesión económica y previsible estancamiento de la Reforma Sanitaria en el Senado, ya que a diferencia de la Cámara Baja, en esta institución no es suficiente una mayoría absoluta de los votos para aprobar la reforma, sino una mayoría cualificada de 60 de los 100 senadores y los blue dogs difícilmente podrán aceptar una reforma ambiciosa que incluya una expansión del Estado, temerosos que lo puedan pagar en las urnas en 2010.

Además, la Casa Blanca habría perdido totalmente la batalla de la comunicación en ese terreno y el ciudadano sería incapaz de valorar hoy los beneficios de una ley que daría cobertura sanitaria a más de 30 millones de personas sin seguro médico y habría acabado viendo esta iniciativa como “un costosísimo proyecto que destruirá el estilo de vida estadounidense”, por lo que un 50% del electorado preferiría que el Congreso la rechazara.y el Partido Demócrata estaría dividido ante el debate sanitario. Por un lado, los blue dogs, cuya característica más importante es su defensa estricta de la responsabilidad fiscal, les preocupa que la reforma acabe suponiendo una enorme carga financiera a unas arcas del Estado ya vacías, y que sólo se podrán volver a llenar con futuros impuestos (en la Cámara de Representantes están agrupados en la Blue Dog Coalition, formada por 52 congresistas ) y por otro el ala más progresista del Partido Demócrata ( agrupado en el Progressive Caucus, y formada por más de 80 diputados ), que ha hecho de una reforma ambiciosa de la sanidad su principal objetivo de esta legislatura pues consideran que el control demócrata de las dos cámaras es una oportunidad histórica que no se puede desaprovechar para realizar cambios profundos y estructurales.