Opinión

Leonor de Aragón y de Navarra

El lunes el país se despertó con la noticia del nacimiento del primogénito de los príncipes Letizia y Felipe. La sorpresa fue aún mayor cuando se supo que se trataba de una niña, y mayúscula cuando se conoció el nombre elegido para ella: Leonor.

El elegante nombre nos gusta ya que la última princesa, hasta la fecha, que así se llamó, fue Leonor de Foix, hija tercera y la menor de Juan II de Aragón y de Blanca I de Navarra, que nació en 1425 y murió en Tudela en 1479, el mismo año en que llegó a ser reina de una Navarra sumida por las muchas luchas internas entre agramonteses y beamonteses en una época en que la autonomía del reyno peligraba al estar acosado frente a las apetencias de Francia, Aragón y Castilla; por lo que la heredera recién nacida representa y rememora con el nombre elegido para ella, Leonor, una importante etapa histórica del pasado de nuestra tierra.

Ahora, las Cortes Generales deberán pronunciarse y aprobar un complejo cambio Legal y Constitucional para que una mujer pueda llegar al trono de España, medida que compartimos en el lógico apoyo que brindamos a la total igualdad que debe existir entre hombre y mujer. Ahora bien, lo que sorprende son las facilidades que se están dando para este lógico cambio constitucional ante los peros que se están poniendo a comunidades como la catalana que sólo pretende aumentar su autonomía.