Opinión

Lección griega

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El pasado lunes amanecimos con las portadas de la mayor parte de los periódicos señalando un “alivio” tras conocerse la victoria conservadora griega y el más que probable gobierno junto con los socialdemócratas. “Grecia apuesta por el euro” era la lectura general, cuando lo que debiera decirse es, “victoria de un sistema caduco a costa del miedo”. La brutal campaña contra la izquierda helénica desatada por los medios, soltando fantasmas como quien suelta vaquillas en un encierro, ha cumplido su cometido; dejar todo como está.

El capital y sus satélites se han empeñado en vendernos que, la apuesta por los partidos tradicionales es la correcta porque no existe otro camino. Como decía uno de los protagonistas de aquella película, “el mejor truco realizado por el diablo es hacer creer al mundo que no existe, y así, desaparece”. El capital nos ha hecho creer que no existía alternativa al modelo actual y aparentemente, se encontraba desaparecida. Por contra, la victoria de la izquierda de Syriza, algunos la podíamos interpretar como un primer paso por el cambio que necesita Europa. Más que seguir o no en el euro, la decisión estaba entre un modelo caduco o uno nuevo. Grecia podría haber alumbrado una nueva Europa con Syriza; más justa, solidaria, cívica, democrática y sostenible, y quién sabe si, hubiera provocado un “efecto dominó” que transformara la UE. Hace tiempo me dijeron que, si uno sigue obrando como hasta ahora, seguirá cosechando los mismos resultados. O lo que es igual; seguir apoyando a aquellos que nos han llevado al desastre actual, únicamente sirve para que, tarde o temprano, nos conduzcan a una situación similar. El capitalismo imperante es como una pieza dañada, y no basta con hacer apaños, debemos sustituirla.

Al igual que en Navarra, allí donde existe una alternativa al modelo neoliberal, espacios ideológicos, antagónicos en la teoría, se unen para defender el status que garantiza sus intereses. Los acuerdos entre UPN y PSN aquí o entre ND y PASOK en Grecia no implican entendimiento entre diferentes, más bien refleja que son dos caras de una misma moneda. Los apaños a los que hacía alusión antes, sólo son diferencias de matices entre ellos, cuando lo que la sociedad busca no es matizar una forma de gestión, sino cambiarla. No hay por qué temer a esos cambios si son constructivos; lo que debiéramos temer es andar hacia atrás, o quedarnos parados mientras nos hundimos. Grecia nos ha lanzado una señal y, quienes se empeñan en seguir ofreciendo un modelo más que superado, comienzan a preocuparse porque han visto cerca la posibilidad de sustituirlo.