Opinión

Las Fiestas y el balance

espués de una jornada electoral, tras el escrutinio, es sorprendente ver como todas las formaciones políticas hacen balance positivo de sus resultados, frutos que curiosamente en nada se asemejan a lo reflejado en las encuestas a pie de urna, lo aparecido en las Encuestas o lo reflejado en los sesudos Estudios de Mercado. De tal forma que, a expensas de tanta interpretación, parece que se hayan duplicado los habitantes dado lo bien que les ha ido a todos, en virtud de cómo nos lo venden y analizan...

Y estos días en Tudela está ocurriendo lo mismo, pero con las Fiestas.

Y da un poco de pena, porque las Fiestas son, deberían ser, otra cosa más afable y más allá que una batalla de interpretraciones, una guerra de reproches, una guerrilla de “a ver quién la tiene más grande”, o quien ha sorprendido siendo más ocurrente.

Parece que uno ha estado en otra ciudad esas jornadas de jolgorio cuando escucha ahora a unos y otros. Sin embargo, si realmente las Fiestas de la capital Ribera todavía lo son como todos las entendemos, no deberíamos dar cabida a tanta interpretación, a tanto eslogan, a tanto interés soterrado. Las Fiestas son eso, y mucho menos, y mucho más. Y ya está.

Los nostálgicos deberán olvidar sus amores de vodevil, y los más modernillos asumir que estamos en el Valle del Ebro, no en Manhattan.

Las Fiestas son, y deben seguir siendo, el compendio de la originalidad y la impronta de la idiosincrasia aportada por todos. De lo contrario, acabarán siendo, símplemente, un Festival más, y todas nuestras ciudades y villas perderán con ello su trapío y su encanto, ya que unas y otras se reflejan entre sí. M.