Opinión

Las edades de Lulú

Un trágico suceso -que no viene al caso por su dramático calado y desenlace- ha recordado socialmente hasta qué punto somos inconsecuentes e incoherentes: ¿A qué edad esa cría vestida y pintada como adulta deja de ser una colegial y se convierte en una mujer? ¿Cuándo pasa el muete al calzón largo para convertirse en un muchacho y ser ya un hombre?



La duda colectiva ha surgido cuando socialmente se ha descubierto que para el trabajo, legalemente, son necesarios los 16 tacos; para adquirir derechos, independencia y ciudadanía -eso que han dado en llamar "mayoría de edad" y que sólo sirve para votar cada 4 años, sin intervenir, opinar ni participar en nada más salvo meter un papel en una urna-, a los 18 años; y que, sin embargo, son sólo 13

los años necesarios para mantener relaciones sexuales consentidas.



El Estado, así, otorga al querubín una libertad que niega en otras muchas áreas más importantes, haciendo que la sociedad, un día de lucidez o de noticia desagradable, sea consciente de lo absurdo del caso en una materia que llega -con permiso judicial- a permitir el matrimonio a los 14 años... ¡Todo un gesto de madurez!



Fue Albert Einstein el que dijo aquello de que “si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor, recuerda:

Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás al mundo”, pero de ahí a permitir que todos los Adán y las jóvenes Evas "perciban", cuan Lulús, los achaques

y "llamadas" que llegan con la edad, pues dista mucho del sentido común.