Opinión

Las drogas

La producción mundial de drogas crece, así como el negocio del narcotráfico. Y no es fácil que disminuya mientras aumente el consumo, según constatan los técnicos y nos confirma nuestra experiencia. Durante los últimos años, en España se ha multiplicado la adicción a las drogas entre los jóvenes, que las perciben cada vez más inofensivas, inconscientes de las secuelas que dejan. En este momento, el 40% de los adolescentes de 14 años bebe alcohol los fines de semana, el 25% de los jóvenes fuma cannabis (marihuana o hachís) y el 6% ya ha pasado al speed y a la cocaína, cuyo consumo se ha duplicado en los últimos años y nos ha situado, en esto sí, a la cabeza de Europa.

Si en los años ochenta la droga estuvo asociada a la nueva experiencia de libertad y modernidad, actualmente se ha popularizado su consumo como fenómeno de masas. Ahora se presenta como un producto más del mercado del ocio, al alcance de todos, y como remedio mágico para el disfrute permanente. La juventud actual no tiene una visión optimista del mundo y trata de acomodarse o defenderse de él.

Pero los jóvenes son producto del modelo social construido por los adultos, basado en una economía de consumo que, como dice Vicente Verdú, "tiene como misión proveer de placeres sin tregua". Sobre todo en la tradición española, más preocupada por la economía del ocio (el turismo, la fiesta, la noche) que de la producción (planificar, emprender, innovar), más centrada en la satisfacción inmediata, aunque sea superficial, que en la diferida, aunque sea más completa.

No es por tanto un problema creado por los jóvenes, ya que un 67% de la población piensa que drogarse aporta algunos beneficios, y un 25% no considera peligrosas las drogas ni acepta que se las combata. ¿No aumenta también entre los adultos el consumo de fármacos para sobrellevar los problemas personales? Educa el medio. Es nuestro tipo de vida el que explica la proliferación de las drogas entre los jóvenes, incluida la permisividad social y el proteccionismo de los hijos, que les origina una escasa tolerancia a la frustración y al aburrimiento.