Opinión

Laicismo incluyente y cristianismo social

Navarra cuenta desde hace cinco años con un colectivo, Solasabide-Pax Romana -"vía para el diálogo" en euskera-, que agrupa a intelectuales y profesionales de diferentes ámbitos y que apuesta por

una mayor implicación de las personas cristianas en la vida pública, en favor de una "sociedad más justa" y en convivencia con los no creyentes, con el mínimo común denominador del humanismo y los derechos humanos. Y consideramos la iniciativa acertada y positiva.

Como indicó el sábado el sociólogo Javier Elzo en un seminario promovido por este grupo, "en nuestro entorno se ha producido una polarización en los extremos", señaló. Por un lado, "un catolicismo rancio, cruzadista, que sólo ve pecado y paganismo alrededor, defensivo ante todo progreso y cambio", que "pretende imponer su moral a todos", indicó. Y, por otro, "un laicismo anticlerical que pretende la mofa y escarnio de lo religioso", destacó. Frente a ello, apostó por "un laicismo incluyente en el que creyentes y no creyentes convivan y trabajen por una sociedad más justa, desde el respeto a las convicciones de cada cual, con el humanismo como objetivo", defendió, con un criterio que compartimos plenamente. "La existencia de un Estado laico no debe conllevar la privatización de las manifestaciones religiosas, siempre que se respeten las convicciones de los demás", defendió, entendemos, acertadamente.