Opinión

La verdad

La conmemoración de la masacre del 11M ha sacado a la luz la situación de las investigaciones de los atentados. Las asociaciones de víctimas han solicitado reiteradamente el total esclarecimiento de los acontecimientos por la suma de contradicciones e incongruencias que se han ido sucediendo en el tiempo. A dos años del atentado los representantes del gobierno afirman que todo lo relacionado con el 11M está muy claro, mientras que de los datos derivados del sumario que instruye el juez Del Olmo, así como de las investigaciones realizadas por diversos medios de comunicación, los agujeros negros se multiplican.

De toda la información disponible se puede deducir que los islamistas de Leganés lejos de inmolarse los suicidaron; la mochila-bomba de Vallecas, que desencadenó detenciones y el descubrimiento del piso de Leganés, así como el origen y sustento del sumario, apareció por arte de encantamiento; se desconoce el tipo de explosivo utilizado y el mecanismo de detonación; los islamistas supuestamente implicados tenían un seguimiento policial hasta días antes del atentado; los confidentes policiales distorsionan la realidad y proliferan las pruebas prefabricadas, como el skoda-fabia que fue un montaje para poder encontrar un culpable, para distraer la investigación.

No se sabe quién ordenó el atentado ni quién lo ejecutó. Se desconoce si ETA tomó parte aunque existen indicios racionales, si participaron servicios secretos de otros países, si los miembros del PSOE implicados en la trama lo eran a título particular o no. En dos años de investigaciones no hay nada claro, pues como en una película, en relación con la verdad que nos han contado, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Cuando uno sigue las investigaciones del 11M no puede por menos que formularse varias preguntas: ¿Conspiración o ineficacia policial? ¿Por qué el PSOE cerró en falso y con prisas la comisión de investigación del Congreso?

Una democracia adquiere madurez cuando puede afrontar la verdad de los hechos traumáticos que han marcado su reciente historia. Si queremos madurar como ciudadanos demandando la verdad, por qué se nos engaña permanentemente desde las más altas instancias de los poderes públicos del Estado.