El domingo 17 se celebró el Día Mundial contra la Desertización, una jornada que nos debería hacer reflexionar completamente, ya que el Valle del Ebro es la puerta del desierto africano, con un déficit de precipitaciones y prácticas en la agricultura que podrían aumentar esta problemática y extenderla a otros países europeos. El aumento de la aridez y las escasas lluvias, que además llegan a destiempo a esta tierra nuestra, -o en forma de pedregadas como la del lunes en la zona de Corella-, deberían encender las alarmas. Si no se gestiona mejor la tierra, la sequía aquí será crónica.
