Opinión

La sanidad y el criterio

Para detectar que el Estado del Bienestar corre peligro, no hace falta hacer demasiados números. La población mayor de 65 años crecerá un 18,6% en una década, y supondrá un 20% del total. Así que si le sumamos funcionarios, políticos y sindicalistas liberados, nos tocará a siete o ocho mantenidos por barba, y esa es demasiada carga para cualquiera, por muy echado “p’alante” que uno sea.

De modo que al “gratis total” actual, le quedan dos telediarios. Es lo que hay. Otra cosa será que seamos lo suficientemente inteligentes como para que las cuentas salgan claras para que lo más elemental no sufra merma... ¡Aunque trabajemos al final hasta los 67 ó los 80! El problema surge cuando lo más elemental son demasiadas cosas, como ocurre en una sociedad saciada como la nuestra, que carece de criterio y el más mínimo gusto. O que quien nos gobierna sea un mano rota incontenible.

Por ello, está bien eso que propone Osasunbidea de mandar la factura a sus usuarios para que conozcan sus costes; o que el Presidente de la Cámara de Comptos recuerde a la Administración que el camino es el de la eficiencia. Y más cuando vemos lo que gasta en el Circuito de Velocidad de Los Arcos, el absurdo Museo de los Sanfermines, o con la compra de acciones de Iberdrola, -por poner sólo unos ejemplos, como ha criticado IU-.

Otra cosa es que nos ocurra la del lobo, como a Obama, de modo que viendo venir la que nos viene, en lugar de apostar claramente por un sistema modificado y saneado, sigamos propiciando un sálvese quien pueda sin rigor, estilo ni sentido: ¡A gran necesidad, gran diligencia!