Opinión

Guerra de harina

Tudela ya huele a fiestas y a ese revoltijo apestoso de harina, huevos, ketchup y colorante amarillo (que no azafrán, porque ¡vaya cara saldría la juerga!) con el que se camuflan los jóvenes de nuestra ciudad para participar en ese baño de multitudes que es el cohete.

Al concejal de Festejos, Fernando Inaga, se le ha ocurrido la idea de concentrar a todos estos chavales en un solo punto de la ciudad, dos horas antes del estruendo festivo, para que se involucren en “la gran batalla de la harina”. No es una mala idea si estos chicos/as, como se pretende, no ensucian otros rincones de la ciudad ni a quien no desee mancharse en el cohete.

Es triste leer, un año más, que en el dispositivo de la Policía Foral para las fiestas de Tudela -en concreto en el acto del cohete- va a haber agentes que, junto a los de la policía local, se van a dedicar a requisar huevos, mientras podrían centrar sus esfuerzos en otras tareas más serias y preventivas. De todas formas, no es agradable recibir el impacto de un huevo, por ejemplo, estando en el balcón de la Casa del Reloj y trabajando (lo digo por experiencia), pero son los jóvenes los que deben cambiar el chip y permitir que quien quiera vivir la fiesta sin marcharse, lo pueda hacer.

La Federación de Peñas ha pedido, por su parte, que los que lleven botellas de cava al cohete no las rompan contra el suelo, sino que las depositen en un montón en un lugar que lo afecte demasiado al tránsito de gente. El respeto por los demás también se debe observar estos días. A todos, ¡felices fiestas!