Opinión

GROUCHO MARX Y LA C.E.O.E.

“Nunca entraría en un club que me aceptase como socio”… Este adagio de Groucho Marx, que provoca la general hilaridad, refleja mejor que nada el carácter granuja de España. Escuchar al jefe de los empresarios españoles que él mismo bajo ningún concepto hubiera intentado volar en su propia empresa -en quiebra mientras seguía ofreciendo servicios al público- representa de forma inmejorable la granujería que imbuye a la sociedad y Estado español. Nada menos que el jefe de la patronal, a quien defiende en filas cerradas la mayoría de sus congéneres. Asombra la altivez con la que se incurre en delito, prevalido de la prepotencia que da un cargo que se percibe tan importante como los mayores institucionales del Estado, aunque, en principio, no es sino una presidencia de una organización de la sociedad civil. Lo menos que cabría esperar es la reacción del fiscal, o del juez de guardia, reclamando el procesamiento de tal personaje y su detención. ¿No constituye un fraude ofrecer en el mercado servicios que, se sabe, no se pueden satisfacer?

“Nihil novum sub sole”… Las mayores empresas españolas –y el propio estado español- han sido construidos mediante el fraude y la imposición, en medida mayor que ninguno de los Estados similares. Es conmovedor el espíritu empresarial actual que mantiene el mismo discurso en épocas de bonanza y de crisis: Liberación del mercado laboral…, libertad de mercado… Digo conmovedor, porque los grandes consorcios industriales y financieros se levantaron con el apoyo del Estado y en un marco proteccionista. ¿De qué pueden vanagloriarse como buenos gestores los dirigentes de TELEFÓNICA, REPSOL, CAMPSA, BBVA, BANKINTER y las Koplowitz en este terreno? La connivencia entre empresa y gestión política constituye un insulto a la inteligencia. ¡Díganlo Martín Villa, Zaplana y tantos otros!

La insensatez sigue siendo el principal rasgo de los dirigentes españoles, al parecer. El problema de estos sectores sociales es que son incapaces de valorar su capacidad de manera adecuada. El desasosiego que les produce la fragilidad que perciben en su subconsciente les lleva a la reafirmación altiva, que ellos mismos denominan chulería. Han pretendido ser aceptados en la escena exterior dando empujones. La paciencia de sus partenaires ha llegado a agotarse en muchos casos y se les ha obligado a colocarse en su sitio. En modo alguno podéis pretender –han dicho tantas veces los europeos a los españoles- formar parte del grupo de los grandes, ni del G-8, ni del G-20. Dentro de Europa os encontráis entre las potencias medianas, como Polonia, la colaboración de vuestras fuerzas armadas será bien recibida como apoyo de los ejércitos importantes… Vuestra economía tiene un aspecto de grande, pero, ¿es tan firme como decís? Cuando llegue una crisis lo veremos. La crisis ha llegado finalmente y también la debacle. Los índices económicos negativos se han disparado; principalmente el paro. España ha alcanzado una tasa de paro que duplica la de países del entorno. Este paro supone la mitad del existente en Europa. Ya no llega el dinero europeo de los fondos estructurales que con anterioridad enmascaraba las deficiencias económicas estructurales. Se ha perdido tiempo y… dinero.

De acuerdo con algunos teóricos-historiadores europeos –Max Weber- el Protestantismo fue el factor que modeló la mentalidad trabajadora y productiva de las sociedades creadoras del Capitalismo. Resulta difícil atribuir al Catolicismo el escaso sentido del trabajo de que han dado muestra las élites españolas. Aristocracia y Clero históricos, desentendiéndose de la gestión directa de la tierra, se limitaron a arrebatar la mayor parte de la producción agrícola de un campesinado miserable y carente de estímulo. ¿Para qué trabajar, si el producto se lo van a llevar otros? -reflexionaban los pícaros. Mejor ir tirando con trampas y engaños. La “modernización” se limitó a mejorar los sistemas de espoliación del trabajo. La Oligarquía hasta la Segunda República -y ya con Franco, a partir de 1960- mediante el control del poder político, se dedicó a buscar los instrumentos, legales e ilegales, que permitiesen en cada momento obtener la mayor rentabilidad, prescindiendo de que las actividades a realizar fueran productivas, o no. Acaparamiento de tierras en la desamortización, concesiones gratis de explotación de minerales, bosques y aguas, contratos de suministros de todo tipo al Ejército y demás instituciones del Estado, especulación…