Opinión

Genio, figura y carácter

En estos tiempos

de blando tesón

y simpleza moral, cualquier persona con un poquito de carácter destaca o llama la atención colectivamente.

Y eso es lo que le está ocurriendo al torero gaditano Juan José Padilla que, tras sufrir un grave percance en la plaza de toros de Zaragoza en octubre pasado, volvió a los ruedos el día 4 con sus graves heridas aún frescas.



Como ya hiciera "El Ciclón de Jerez" en 2001, tras su morrocotuda cogida en la Monumental de Pamplona, este personaje de la España más oscura está dando un ejemplo moral de entereza personal y coraje, digno de alabar, que debería erigirse en modelo colectivo de fuerza, constancia, capacidad de superación y entrega. Algo de lo que andamos muy muy faltos en las faenas cotidianas de esta vida moderna, fácil y vacía.



Al igual que los Maestros de Escuela, este tipo de personas y actitudes deberían ser llevadas a los altares de una categoría "pública" de personalidad, capacidad y fuerza,

a promover y servir de ejemplo ante tanto merengue que nos rodea.



Y no es cuestión de dar brillo a las luces de esos trajes, pero merecen una reflexión mundana su talante y esmero, porque las virtudes que está demostrando este hombre, como ser humano, son dignas de elevar a los altares de la dignidad y la sobrenatural capacidad de un Homo Sapiens generalmente más pendiente en estos tiempos de faenas

egoistas y de rentas fáciles, que del

transfondo de sentimiento inusitado que llena la vida de verdad

y hace a la persona única.