Opinión

Gallardones o el principio de Peter

Llega el final del verano y se aproxima la recta final de la legislatura.

Un trimestre final que presenta una pugna por ocupar puestos en la

confección de las listas y en poder ocupar aquellos puesto que aseguren un

asiento privilegiado en alguna de las Cámaras, o incluso en algún

Ejecutivo que pudiese resultar.

El caso es que lleva años en el candelero, pero D. Alberto Ruiz Gallardon,

pese a sus ofrecimientos, no consigue dar el salto definitivo a la

política más alta. Se llama “veto”, se ha da do en llamar “conspiración de

los mediocres”, y sea llamado de uno o de otro modo, ni D. Alberto, ni

otros muchos “gallardones” de nuestro país acceden a los puestos donde la

población quisiera verlos. Porque en algo tiene razón el “ministro

bonachón” (Sr. Bono) parece que a estos los quiere bastante más el pueblo

que sus propios partidos.

Existe un conocido principio que no por menos tenido en cuenta resulta

menos real, se trata del principio de Meter que reza “en un jerarquía todo

empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, pero si a

este planteamiento añadimos las conspiraciones de los mediocres, nos da

como resultado que quien decide puede este mediatizado por incompetentes

mediocres que le rodean enmascarando la realidad para que aquellos que

podrían hacerles algo de sombra, no ocupen nunca puesto en los que aún

serían competentes, ya que su grado de incompetencia se encuentra mucho

más arriba; en fin como Ruiz Gallardon va a desarrollar su intención de

ayuda al Rajoy, si hay quien se lo impide. ¿Como muchos otros

“gallardones” dispersos por la geografía española pueden entrar en

política si conspiraciones de mediocres o figuras que son claro exponente

de la realidad del “principio de Peter”?.

Y no se trata de aplicar aquí claves marxistas, de las que

desgraciadamente imperan por nuestra sociedad actual, como pueden ser

fruto de la inconsistencia, aquello que Marx propone, como principio

directivo de su soñada sociedad no jerárquica, «de cada uno según su

capacidad, a cada uno según sus necesidades». Esto sugiere la creación de

dos jerarquías paralelas de capacidad y de necesidad, que aun no siendo

tomadas como directrices podrían pulirse.