Opinión

Fiestas de la Juventud, entre cuernos y orgías...

He de reconocer que entre nuestras villas nabarras meridionales y las septentrionales, me atengo a los programas, hay matices. Más que matices, diría yo diferencias considerables. En las meridionales, prácticamente los guiones festivos mantienen una línea bastante similar.

He recorrido seis o siete programas. Este sería el arquetipo de las fiestas de la juventud de algunos pueblos riberos: viernes, 24.oo.- Cohete anunciador y “velada” de Rock. 3.oo.- Sandwichada y calimocho “para todos”. Tras despejar las respectivas monas, el sábado: 15,00.- Calderete popular, vino, guindillas… a cargo del ayuntamiento… y Rock. 18,30.- Encierro de reses bravas. 20,00.- (para los que se han quedado ayunos de vaca), toro mecánico. 20,30.- Torico de fuego (para adiestramiento de los peques, no nos vaya a fallar la raza…) 1,00 a 3,00.- Más Rock. Domingo: (no olvidemos que éstas son tan sólo fiestas de la juventud, no las patronales. Ésas duran ocho días) Campeonato de lanzamiento de algo (rabiosa, pozal, picaraza, sarde, etc.) 18,00.- Encierro de reses bravas. 21.00.- Torico de fuego.

Puedo testificar y testifico que el guión reflejado es reiterativo.

En las villas septentrionales de nuestra tierra –se puede constatar-, predominan más actividades como el deporte (insistentemente el rural) y las danzas tradicionales.

Yo no dudo de que la presencia del vacuno bravo en nuestras fiestas sea en cierto modo un referente. Y lo es de tal modo que me atrevería a asegurar que, sin él, muchos de nuestros pueblos no sabrían como “quemar” tantas horas de ocio que genera una semana de fiestas.

-Es lo único que anima a la gente a salir de los bares y de sus casas -me decía, un alcalde- . Lo que según he podido comprobar, no es del todo cierto. Ha habido otro tipo de espectáculos que han concitado igualmente a la ciudadanía. Pero la inercia…

Añadamos a esto el factor económico, a tenor de las ganaderías que han pululado en esto últimos años.

Otra cosa es qué tipo de diversión, de enriquecimiento humano e incluso de aportación lúdica, ofrecen tales espectáculos “taurinos”. Tal vez puedan aportar “cierto entretenimiento”, quizás. Muchos lo ponen en duda. En el caso en que los animales fueran tratados con respeto y en limpia carrera, puede.

Uno está harto de comprobar los rostros tediosos del personal. El jolgorio, diríamos el clímax, surge cuando la res “s´esmorrilla”, recibe unos buenos varetazos hasta teñirle el anca de sangre, se descuerna, o se enciende hasta quebrarse los belfos. En ese preciso momento a las personas más sensibles y civilizadas se les encoge el alma, la turbamulta se despierta, aplaude, ruge… Es como si el pobre bicho fuera el demonio.

Las preguntas son obvias. ¿Que puede anidar en el alma de unas personas que de tal forma celebran el desquiciamiento de un animal inocente? Es algo que uno no acaba de entender. Si la res resulta pacífica, “sosa”, le llueven toda suerte objetos; si es brava la tientan hasta reventarla.

¿Y que decir del aspecto pedagógico de la fiesta? ¿Por qué ha de estar reñido el aspecto lúdico y festivo con el educativo? ¿No han nacido los grandes valores de la cultura, el teatro, la danza, el canto… del espíritu festivo del ser humano?

Por eso es tan preocupante que en unas fiestas de la juventud financiadas con dinero público no se fomente ni la cultura propia (el rock por supuesto está bien si música y mensaje son dignos; pero, todo rock y música industrial…) ni otros aspectos más humanos o mínimamente estéticos. Claro que hoy día toda estética en las fiestas de nuestros pueblos parece que se va reduciendo al montaje de las procesiones.

Evidentemente con sólo la movida vacuna no se arman unas fiestas populares. Está el otro aspecto, al que sin tapujos hay que denominarlo orgiástico.

Evidentemente, que un ayuntamiento promueva comidas populares y regadas con un vino más o menos peleón vale en la medida que eso fomente la unión y las buenas relaciones del paisanaje (que tampoco de no ser así pasa nada, al menos los fondos públicos contribuyen a que la vecindad pase un buen rato).