Opinión

¿Es realmente posible otra política? ¿Hay alternativas?

Dentro de la programación de la  Escuela Social de Tudela para el curso 2010-2011, el martes 12 de Abril intervendrá a las 20 horas en el Palacio Decanal Martín Landa, que disertará sobre si "¿Es realmente posible otra política?".



Hemos afirmado de diversos modos la necesidad de otra política. Pero la pregunta inmediata es si la misma es realmente posible. El asunto no reside en si construir otro mundo es fácil o si está a la puerta. Ya sabemos que no. Pero ¿es posible? Algunos y algunas opinamos que sí. Y ya sabemos que la respuesta no puede ser simple. Desde luego habría que comenzar afirmando –aunque pueda parecer una simpleza, que no lo es– que ningún otro mundo es posible si no hay manos dispuestas a intentarlo. Dicho esto, habrá que recordar inmediatamente que contamos, quizás, con unos cuantos focos de luz, que son simultáneamente demandas e impulsos provenientes de distintos ámbitos.



1º. Algunos proceden de lo experimentado, vivido y constatado en estos años en el terreno económico, social, político, cultural, etc. Ello nos lleva a reconocer crítica y autocráticamente lo inhumano, irracional e insostenible de muchas cosas y a imaginar, plantear e intentar incluso cambios de manifiesta mayor calidad en términos de desarrollo humano, de universalidad e integridad y de salvaguarda de la vida en el planeta. Y véase lo dicho en relación con el mercado y su funcionamiento, con las relaciones humanas y el bienestar social, con el mundo de la ciencia, la técnica y la cultura, con el de los sentimientos sean identitarios o de otra índole.



2º. Otros proceden de lo que podríamos denominar el frente del rechazo. Puede que no sepamos bien qué es lo que queremos, cómo lograrlo, por dónde tendríamos que caminar. Pero algunas cosas si están claras: lo que no queremos, por dónde no queremos ir ni que nos lleven: no queremos que el mercado sea lo único y más determinante, ni una economía sobre la base de un desnudo crecimiento constante, ni una fiscalidad no progresiva, ni el desmantelamiento del estado de bienestar, ni una democracia sin más participación que el voto electoral, o que las medidas contra la crisis recaigan sobre los sectores sociales más débiles, o un sistema financiero desregulado.



3º.Otros focos de luz e impulsos proceden, finalmente, de los nuevos movimientos y prácticas sociales, que, aunque fragmentados, dispersos y con ideas aún en gestación y debate, comportan una seria recuperación de lo político y social, lo humano, ecológico y cultural, abren horizontes nuevos y marcan un camino.



Queda el interrogante de si estas mimbres, junto con otras que vienen del mundo más académico, dan para intentar ir tejiendo con ellas un nuevo cesto. Pero, antes, y como se señalaba al principio, habrá que ver si existe la voluntad política de intentarlo.