A mi me gusta la moto, me gusta mucho la moto, y además es útil divertida,
facilita la libertad de movimientos, y contaminando menos que los coches,
guiadas con la necesaria responsabilidad son los vehículos para el
futuro, que junto con las bicicletas han de convivir de la mano del
transporte público. Pero bueno no este el tema, porque me consta que no
todo el mundo comparte este amor entre la moto y yo.
A lo que voy, y donde quiero llamar la atención es el cambio de punto de
vista que se plantea ahora desde los responsables de tráfico.
La campaña de tráfico con las motos es meritoria de un ¡bravo!, primero porque enseña a los demás que comparten la vía pública en las ciudades
y las carreteras de la geografía española, y segundo porque el anuncio
donde un sufridor de una traición de la moto, de las sufre quien le pierde
el respeto o no sabe lo que lleva entre las piernas una máquina que puede
matar, que puede matarle y que puede matar a otros.
Pero en la campaña al contrario de cómo venía haciendo la DGT en otras
campañas, que ponen la carne de gallina, en esta se pone un final feliz.
Nos confiesa ser un actor y lo de la silla de ruedas pasa por ser un mal
sueño, un sueño del que sólo saben quienes sufren y quienes con orgullo
saben, o han sabido, porque no les ha quedado otra, sustituir las piernas
por unas ruedas, y los que tenemos la suerte de poder poner ruedas de
nuestra moto pero bajarnos todos los días con nuestros pies, después de
haber disfrutado de conducir un vehículo de libertad.
Además las campañas de la DGT avisa al resto de conductores del respeto
que deben de tener para con las motos, ¡la ciudad está cambiando!, y las
motos van prosperando y ganando terreno.