El pasado 20 de mayo nos cogió de sorpresa la muerte de Santiago González Coscolla. Santi para su esposa, hermanas, cuñados y amigos, tío Santi para todos los sobrinos. La verdad, no esperábamos tan pronto y repentino desenlace.
Lo que está a la vista no se esconde y lo mejor que se puede decir de alguien cuando ya no está entre nosotros es: “que buena persona era, se dejaba querer”. Fueron frases que escuché a la salida de su misa funeral, pero como no puede decírselo al oído, quiero contarlo por escrito.
Santi, tío Santi: Todos los que te quisimos, te llevamos en nuestro interior. Te marchaste en silencio, sin aspavientos, con esa sencillez y simpatía que te caracterizaba después de vivir y disfrutar sanamente.
A lo largo de tu vida, siempre trataste con cariño a tu mujer, tus hermanos, sobrinos y amigos. Llamabas y te interesabas por cualquier acontecimiento familiar fuese bueno o malo. Tuviste palabras amables para todos. Fuiste comprensivo y servicial, manteniendo siempre la unidad familiar.
