Opinión

El prostíbulo de Europa

Hace algunos años, cosas de la vida, tuve la ocasión de visitar Las Vegas, en Estados Unidos. Los neones, los ágiles crupieres y los múltiples espectáculos que abruman y engrandecen la ciudad, me sobrecogieron al punto que en la limusina, de garito en garito, con la juventud y la juerga, casi quedé prendado de lo que el Hombre había sido capaz de hacer, en mitad de la nada, de aquel desierto de Nevada.

Sin embargo, según pasaron las horas y los días, aquel iceberg de confusión y lujo me dejó entrever la realidad de aquella ciudad fantasma que, a la postre, se presentaba como lo que es: el mayor burdel de América. Por ello, ahora que pretenden extender la idea por Europa, no es de extrañar que sus promotores hayan apostado -nunca mejor dicho- por Madrid y el país más prostituido del continente, para promover un Sodoma y Gomorra particular con leyes propias, al estilo del de las mejores familias de gánsters, entretanto los progres de Barna se sonrojan por ver

a las prostitutas hacérselo con los turistas

a cielo raso -Ramblas abiertas-, cuestión que a la moralidad mediterránea e

hispana, disgusta, por lo que se esconde.

Por ello, dado que se va a dar rienda suelta a esa torre de Babel, "Eurovegas", que nos han vendido como la mejor inversión y fuente de trabajo, podrían aprovechar la hora de legislar ad hoc, y legalizar el oficio más viejo del mundo para dar dignidad -y Seguridad Social- a unas mujeres que libremente venden su cuerpo como otros condenamos nuestras cabezas, mientras se esconden en antros de carretera chulos e indeseables indiferentes de esto que han dado en llamar "Sociedad" -y sus gastos colectivos-, ajenos a todo y exentos de normas, respeto y disciplina fiscal. ¡Seremos hipócritas!