Opinión

El día sin compras, una apuesta por otro modelo de consumo

Proponer una apuesta activa por otro modelo de consumo, donde el eje no sea la optimización de los beneficios empresariales a costa de la destrucción de los recursos naturales y de injusticias sociales puede sonar trasnochado o en el mejor de los casos utópico cuando el consumismo es la base en la que se asienta el modelo de sociedad de los países enriquecidos.


La única propuesta en esa dirección que las organizaciones sociales son capaces de proponer es realizar anualmente un Día Sin Compra, algo parecido a un día de huelga del consumidor, una operación de boicot no contra un producto o una multinacional concreta, sino contra la sociedad de consumo en general, que promueve un modelo de consumo social y ambientalmente insostenible.


Pero habría argumentos más que suficientes para actuar todos los días del año durante lo que queda de milenio para erosionar el actual modelo de consumo. Si las actitudes consumistas de los ciudadanos de los países del norte se extendiera a la población mundial, serían necesarios 3 planetas con sus materias primas, fuentes energéticas para atender tal demanda.


La depredación constante de los recursos supone que, cada dos segundos, se tale un área de bosque natural equivalente a un campo de fútbol. Mientras, la generación de basuras aumenta, de tal forma que hemos pasado de producir, hace 30 años, menos de medio kilo de basuras por persona y día, a los casi 1,5 kg actuales, la mitad, envoltorios y embalajes.


Sólo un 12% de la gente que vive en Norteamérica y Europa occidental es responsable del 60% de ese consumo, mientras que los que viven en el sudeste asiático o en el África subsahariana representan sólo un 3,2%.


El impacto producido por el creciente uso de materiales de importación utilizados para sostener nuestro modelo de vida adquirimos una deuda ecológica con la mayor parte de los habitantes del planeta privándoles de una vida digna y justa.


Por si fuera poco, y a pesar del nivel de producción y consumo que hemos alcanzado, somos la cultura que ha demostrado más signos de hastío e infelicidad. Se percibe el consumo como el cumplimiento de nuestros proyectos vitales y creemos que para tener éxito social es imprescindible acceder a un alto nivel adquisitivo. La tercera parte de los consumidores adultos europeos tiene problemas de descontrol en la compra o en el gasto y casi la mitad de los jóvenes europeos presentan una preocupante tendencia consumista y de adicción a la compra. Nos creemos a pies juntillas la publicidad que para poder vendernos sus productos nos propone la posibilidad de poder crearnos una identidad diferente a la propia y nos anima a consumir marcas que propiciaran el “milagro”. Finalmente, lo que obtenemos es la frustración al comprobar que no es la solución a nuestros problemas.


Las alternativas a este modelo de consumo son muy escasas limitadas a jornadas anticonsumistas, comercios de segunda mano, cooperativas de productos alternativos, proyectos de consumo crítico, mercadillos de intercambio, trueque, etc.., esperemos que algo simbólico como los días sin compras sirva de reflexión y se convierta en una apuesta decidida por un modelo de consumo social y ambientalmente sostenible.

Rafa Sánchez

Ecologistas en Acción