Opinión

El Castillo de Marcilla, una oportunidad para la economía de la Ribera Alta

El Castillo de Marcilla está en obras, en los inicios de un todavía largo proceso de rehabilitación que lo dejará presentable para el pase de revista allá por el año 2012. Para entonces, el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Marcilla (todavía no se conoce la aportación final del Ejecutivo central), habrán invertido unas cifras de dinero importantes, y digo invertido, que no gastado.

El proyecto se enmarca en una zona de Navarra que se ha quedado en tierra de nadie, con la parcelación que de la Comunidad foral hacen los planes territoriales emanados desde los despachos y técnicos del Gobierno. Pamplona y Tudela tiran del resto del territorio, y esta área se ha quedado en medio, con un peso ligero, tirando a nulo, a nivel económico, turístico o demográfico. Esta realidad, que a priori se presenta como una dificultad, puede tornarse, no obstante, en una oportunidad si los ayuntamientos que la administran, y los vecinos que la habitan, empiezan a tomar conciencia del potencial que esconden.

Me estoy refiriendo a las localidades de Falces, Funes, Marcilla, Peralta, Villafranca, Caparroso y Milagro. Un área que se ubica al norte de la ribera y al sur de la zona media. Un entorno que muestra enormes vegas regables, amplias zonas de secano, las confluencias del Arga, Aragón y Ebro; y el desierto de la Bardena. Son localidades que aglutinan a casi 22.000 habitantes, bien comunicadas, con amplia presencia industrial, bien distribuida y con capital multinacional; escasa dependencia del sector primario, pero con una agricultura en proceso de transformación de sus procesos productivos; y un emergente sector servicios. Los pueblos a los que me refiero están bien dotados en servicios para la infancia o la tercera edad; y con capacidad para crecer de forma ordenada, sin estridencias, y con gente emprendedora y bien formada en los centros educativos de su propio entorno y en los campus universitarios cercanos.

El proyecto de restauración del Castillo de Marcilla no contempla otros usos que la ocupación de su espacio por instalaciones municipales. Este proyecto, en su funcionalidad última, choca de lleno con lo defendido durante años por la Asociación de Amigos del Castillo. Nosotros siempre hemos creído que el palacio-fortaleza marcillés debería aprovechar esta coyuntura para volver a erigirse en el motor económico de la zona. Si entre el siglo XV y el XIX fue el motor sobre el que giraba la economía agraria, hoy lo debería ser para la economía de servicios y el turismo. La marca “Castillo de Marcilla” está instalada en el mercado; han sido años de trabajo, continuado y serio, para situar a la fortaleza en el lugar que le corresponde. Por otra parte, la presencia en el mercado de los productos congelados del mismo nombre, ayudan sobremanera a conseguir penetrar en los potenciales visitantes.

Pero nuestro potencial no se queda sólo ahí. Funes guarda celoso su patrimonio, y lo que en el último año se ha descubierto como una de las “10 Maravillas de Navarra”. Me refiero al Barranco de Peñalén. Pero es que Peralta tiene unos deliciosos cardos, el Campanar, la Atalaya, o una de las mayores colonias de visones de Europa. Falces cuenta con historia, patrimonio, buenos ajos y un producto de lo más atractivo: el Encierro del Pilón. Villafranca esconde celosa un vasto y precioso casco histórico. Milagro tiene la Cueva del Moro, el entronque del Aragón con el Ebro y sus sabrosas cerezas. Caparroso una hermosa ermita del Soto, cortados y Bardena. ¿Quién da más en tan poco espacio?

Es tiempo de ponerse a trabajar. Los políticos tendrán que hacer de políticos y administrar e invertir; y la sociedad civil, en forma de asociaciones y empresas privadas, tendrán que empezar a gestionar, generar riqueza al conjunto, y rentabilizar su trabajo y saber hacer.

Desde la Asociación de Amigos del Castillo seguimos trabajando en esta línea, que estimamos después de 20 años de trabajo, que es la correcta. Son muchos los expertos, consultores y empresarios, castellólogos y gestores del patrimonio histórico, políticos y técnicos de la Administración central, local y autonómica, los que nos invitan a continuar en esta línea. Y así lo vamos a seguir haciendo. El Castillo de Marcilla dibuja una oportunidad para la zona citada. Tenemos por delante tres años, hasta culminar la obra con los actos conmemorativos del Quinto Centenario de la incorporación de Navarra a Castilla, momento político que en parte se fraguó entre los muros de este edificio.

Marcilla no puede quedar marginado de estos actos festivo-conmemorativos. Y los pueblos que le circundan, tampoco.