Opinión

Educar sin ostias

Se está barajando un cambio jurídico para que legalmente no se pueda pegar a los hijos, ni siquiera como una forma de corregir su conducta. Varios estudios sociológicos recientes reflejan que seis de cada diez padres creen que a veces hacerlo es “imprescindible”, y no sabe uno qué pensar al respecto.

Hoy por hoy, el Código Civil manda en su artículo 154 que “los padres podrán corregir razonada y moderadamente a sus hijos”, y se estudia añadir como coletilla protectora que “siempre que no sea con un castigo físico o dañe la dignidad del menor”, que es una correcta matización, pero que no resuelve las dudas...

Mi Padre en la vida me puso una mano encima, pero de forma casi bíblica su mirada bastaba para sanar mis fechorías, y mi Madre, que bastante tenía con cuatro churumbeles -con lo mucho que ayudaban en las tareas los hombres de aquella época- se defendía a la perfección con inteligentes sutilezas femeninas, de modo que reconozco la complejidad de la materia, y más después de que el otro día me tocara atender y dar de comer a mi sobrina, que con su infantil sagacidad de tres años cumplidos, consiguió que me entraran ganas de meterla al congelador entre cucharada y cucharada, y después de que me echara la siesta, -porque fui yo el que se quedó roque en el sofá, y no ella, tras muchas lisonjas, Blancanieves y mil leyendas-.

No hacen falta ostias, es cierto, pero un cachete a tiempo en Casa y/o en la Escuela, no sé yo si mejoraría a esos maleducados enanitos que ya con siete años se concanran con cualquiera, y en lugar de ceder el asiento en el bus al abuelete, le esconden el bastón por la gracia de joder.