Opinión

Cuando la política no sirve de nada

Cuando la clase política se dedica a buscar cosas alejadas de la voluntad popular se produce en la ciudadanía el hastío y profundo cansancio que en estas elecciones catalanas se han puesto de manifiesto. Un 43% de abstención debe hacer reflexionar a la clase política catalana sobre qué se ha hecho y qué se quiere hacer. La ciudadanía se ha dado cuenta de que vote a quien vote, al final, nadie se compromete con sus ilusiones, con sus inquietudes, con sus necesidades... Los políticos están a otra cosa. En tres años de legislatura se ha llamado a los catalanes a las urnas tres veces, una de ellas para la aprobación de un estatuto al que, si algo le falta, es la identificación con la voluntad popular. Tres años en los que la política se ha centrado en dar vueltas sobre sí misma producen una paralización en la sociedad que llama a los ciudadanos a sacarse las castañas del fuego ellos solos, que los políticos van a lo suyo. Y el resultado ha sido ese.

A partir de ahí, los resultados tampoco son nada esperanzadores para un futuro diferente en Cataluña. La caverna nacionalista del 3%, el Carmel, los 1.000 millones de crédito perdonados a miembros del gobierno, etc. sigue impregnando los cimientos políticos de Cataluña. El tripartito ha sido castigado con los 5 diputados que pierde el PSC y los 2 de ERC, algo que debe hacer reflexionar a más de uno en La Moncloa.

La sorpresa ha sido la irrupción de Ciudadanos de Cataluña, un partido más a pie de calle que de quimeras nacionalistas que a ningún ciudadano benefician. Ahora, las formaciones políticas, sobre todo las no nacionalistas, tienen una legislatura por delante para hacer valer sus ilusiones y la de los ciudadanos que les han votado.