Opinión

Contra los pobres, cuchillas. Las alambras de la vergüenza

Ante la colocación de las cuchillas en la valla de Melilla, las llamadas concertinas,

queremos expresar un profundo rechazo y una gran indignación por la violación de los

derechos humanos que se produce contra los inmigrantes empobrecidos que tratan de

alcanzar territorio español.

El delegado del gobierno en Melilla ha justificado su uso. El director de Relaciones

Internacionales del Ministerio del Interior también las justifica, a la vez que dice que

“los Estados tratan de ser lo más humanos posible”. El ministro Jorge Fernández Díaz

calla, en una actitud de evidente apoyo a la medida.

En 1989 celebramos la caída del Muro de Berlín. Aún quedan más de 32 muros de la

vergüenza en el mundo. Muros que separan y dividen a la humanidad, muros que

asesinan. Y España tiene dos. A principios de noviembre un inmigrante fue asesinado

por esas alambradas cuando trataba de llegar a España.

Ya en 2005 el gobierno del PSOE de Zapatero colocó las mismas vallas y se vio

obligado a retirarlas ante las graves consecuencias que tenían en la vida de los

inmigrantes empobrecidos, a quienes no disuadieron de intentar el salto. La presión de

organizaciones sociales fue determinante. Ocho años después, el gobierno del PP,

insensible a aquella experiencia, atenta de nuevo contra los pobres.