Opinión

Cintruénigo se muere

Cada día, cuando me levanto, una vez aseado y nutrido, me dirijo a la hornacina de San Pancracio que tengo en una estantería de mi despacho, y evoco al santo para que ese día no aparezca la villa en los medios de comunicación. Añado dos rosarios para no formar parte de la viñeta de Oroz en el Diario de Navarra.

Y es que Cintruénigo es un drama. No sólo lo digo porque nos hayan vuelto a recordar el abecedario con eso de las “cajas del Ayuntamiento” o hayamos repasado las matemáticas por aquello de “más gastos que ingresos igual a déficit”. ¿Saben que últimamente, el salón de plenos se parece a un programa basura del corazón? Hasta se han producido enfrentamientos entre el público asistente y los artistas invitados. No pudo poner orden la policía municipal porque eso era horas extras.

En el mundo empresarial se dice, que hay que unir las fortalezas de cada componente del equipo, en beneficio de la satisfacción del cliente. En política, hay que descubrir las debilidades de cada uno, para desplazarlo del grupo lo antes posible, independientemente de la satisfacción del ciudadano.

En el mundo empresarial, cuando un equipo no cumple sus objetivos o expectativas, se le cesa y se nombra inmediatamente a otro, que contribuya a la satisfacción del cliente. En política, cuando un equipo no funciona da igual, porque no han llegado las elecciones, eso si, y ahora la satisfacción del ciudadano no importa.

Los políticos municipales, deberían descolgarse frecuentemente el cartel del partido al que representan, ya que en muchas ocasiones, difieren los intereses de los ciudadanos, con las siglas que encasillan la ideología de sus representados. Prueba de ello es que recientemente en Cintruénigo, prevaleció la decisión jerarquía de las siglas, al interés general de la villa.

A todo esto habría que añadir el desagrado en la satisfacción de los empleados municipales, que si no fuera porque a la mayoría, les motiva el servicio al ciudadano, daría pánico acudir a las ventanillas municipales.