Opinión

La chispa de la Vida

Lo más sorprendente de todo, es que tras el incendio provocado por una cosechadora, todas las administraciones se han callado interesadamente.
El incendio ha destrozado completamente el espacio
photo_camera El incendio ha destrozado completamente el espacio

Una cosechadora ha provocado que se pierdan dos terceras partes de un espacio vulnerable de la Ribera de Navarra como era el Vedado de Eguaras.

Era un entorno emblemático más que representativo y endémico de lo que fue nuestro medio ambiente ribero, en la frontera natural entre los climas continental, atlántico y mediterráneo de la península ibérica, además sometido a una particular explotación trashumante, que lo convertía en un área sin duda única.

Ahora, por ello, cabe reflexionar hasta qué punto la explotación agrícola y ganadera “tradicional” de esas tierras casi inertes tiene sentido en este momento, tanto desde el punto de vista económico como ambiental, frente a la evidente vulnerabilidad del entorno de nuestros campos riberos cercanos, como era el Vedado de Eguaras, no sólo vulnerables sino necesariamente susceptibles de protección especial que, evidentemente, no ha tenido lugar, visto el triste y dejado final que ha sufrido este espacio en concreto.

¿A qué lógica responde que para que, artificialmente, unos profesionales malvivan con las ayudas europeas de la PAC, se permita poner en riesgo lo que queda de nuestro entorno? ¿A quién beneficia? ¿Qué de bueno se obtiene con ello?

Está claro que sólo mantener cuatro familias que siguen gestionando decimonónicamente el territorio, sin tener en consideración ninguna otra oportunidad y capacidad para el mismo. Y lo mismo exactamente está ocurriendo en todo nuestro comunal.

Esas tierras apenas producen, pero se siguen gestionando con la lógica de los tiempos pretéritos de los romanos, y poco a poco se están convirtiendo en un desierto que perjudica el clima de la Comarca y el bienestar colectivo. Una fortuita chispa se nos lleva lo que queda para cosechar migajas inviables, es lo que hay en estos momentos de lógica ilógica y racional de explotar por explotar sin fundamento y sin pensar.

El ciego aprovechamiento humano de todos los espacios está acabando ahora no sólo con nuestro entorno más cercano y querido, sino con todo el haber ambiental del territorio, y hemos de comenzar a ser conscientes de que ya basta de explotar sin miramientos lo que es de todos.

Lo más sorprendente de todo, es que tras la chispa de la cosechadora que produjo el incendio todas las administraciones se han callado interesadamente porque no tienen nada que contar al respecto… Ante los incendios sólo ofrecen datos de los aviones, helicópteros y efectivos implicados en la resolución del incendio pero, como siempre, desde el cortoplacismo, son incapaces de plantear alternativas al medio para no sólo recuperar sino regenerar un territorio indudablemente masacrado.

¿Dónde están los responsables de Medio Ambiente en estos momentos? ¿Qué se va a hacer para preservar lo que queda de nuestros montes? ¿Traerán al Vedado de Eguaras el maravilloso ‘Autobús de la Repoblación’ que con tanto ahínco anuncian estos días para preservar nuestras, sin duda, abandonadas y quemadas, áreas rurales?

En Tafalla, hace unos años, una impresentable colilla en la Autopista AP-15 quemó un buen rincón del entorno de la Valdorba, y toda la Zona Media reclamó que se mimara ese monte. Aquí, mientras tanto, todos miramos a ver qué hacen desde el estéril púlpito político y, como siempre, si poco teníamos, con nada nos quedaremos y conformaremos.

¿Somos así realmente? Tanta desidia da ganas de irse de aquí, no hay duda…
Nadie sabe ni dice nada de nada, y es el momento de implicarse.

¡Que la chispa de la Vida es cuanto nos rodea, y ahora está quemada, humillada y humeante!