Opinión

AER premió y la política defraudó

Los Premios AER que la Asociación de Empresarios de la Ribera entrega cada año, ya son mayores de edad. Por ello, es momento de reflexionar sobre su utilidad y desarrollo.

La cita anual ha cambiado de fecha en diversas ocasiones y tuvo lugar el pasado jueves en el Restaurante Marisol, en Cadreita. Hasta contó con un parón, en 2013, que no se celebraron por diversas vicisitudes de la asociación, que sirvió para renacer con el interesante Premio al Relevo Generacional, un acierto añadido a este evento de agasaje del mundo empresarial ribero a partir de 2014. Ahora, ya es una cita obligada en el calendario de todos, si bien la política y los políticos han adsorvido demasiado la atención de una cita que sirve para animar y aplaudir el buen hacer de nuestros emprendedores, autónomos, empresas y empresarios, aplaudiendo y agasajando, claros y evidentes ejemplos de éxito y buen hacer que deben hacer de acicate social en un momento de vacío existencial carente de líderes claros.

Así, sobran los discursos revanchistas en que se han convertido las intervenciones de ambas presidencias, -del Gobierno de Navarra y de AER-, que aprovechando luz y taquígrafos del encuentro restriegan diferencias o hacen llamamientos tan tópicos o generalistas, que la belleza del momento y del encuentro queda ensombrecida y defraudada por el inoportuno interés del momento político en que coincida el encuentro.

En cualquier caso, la jornada es un encuentro exitoso, que debe modificarse y hacerse más ágil, porque lo que interesa es saber alabar el esmero de nuestros empresarios, y su coraje, entrega, entereza y genialidad para prosperar. Y, al mismo tiempo, que la sociedad ribera -y su empresariado-, se cohesione más y construya un discurso colectivo que sirva de ariete ante un Pamplona, un Zaragoza y un Logroño demasiado ensimismados en sí mismos.