Opinión

Las llaves del Parlamento: Garganta Profunda

La Comunidad del Vecino (blog):Después de lo que le pasó a Cervera las ‘citas a ciegas’ en Pamplona se han convertido en una aventura digna de las páginas de John le Carré.

Entrevistarte con un Garganta Profunda es deporte de riesgo en nuestra tierra; organizar una comida de conspiración implica buscar restaurantes con reservados muy privados e inventar nombres a los que hacer la reserva; recibir un sobre con información o mantener una conversación cuasisecreta lleva a tener que cambiar la ubicación de la cita varias veces hasta el último momento, o incluso entrar en algún local con abrigo, y dejarlo olvidado -a propósito- para salir sin él, por si mediante las cámaras de la calle estamos siendo objeto de vigilancia.

Ustedes se ríen; pero yo lloro.

 " Acudí con los nervios del conspirador, del que cree que está tejiendo un complot para derribar un sistema...

No recordaba ninguna bronca tratando de sus garbanzos"

Hacía tres días que el-amigo-de-un-amigo-de-un-amigo me había avisado que alguien quería transmitir al Vecino una jugosa información, que pese a ser pública, pocas veces se había escrito en las páginas de los diarios locales. Debía acudir al mediodía a un café cerca de la Plaza del Castillo llevando una corbata roja y leyendo el ABC hasta que alguien me hiciera entrega de un sobre. El primer local en el que me citó fue el Café Iruña. Al día siguiente, el local paso a ser la Cocina de Alex Mújica, y el día de autos pasamos en apenas 20 minutos de tener como punto de encuentro La Olla, la Barra del Melbourne y finalmente el Niza. Allí acudí, una vez más con los nervios del conspirador, del que cree que está tejiendo un complot para derribar un sistema. Pedí un café cortado con sacarina y me senté en una de las mesas de la izquierda, cerca del ventanal.

Fuera llovía como suele llover en nuestra querida Pamplona. Estaba terminando de leer El Burladero de Carlos Herrera cuando se abrió la puerta. Un hombre de unos 50 años, con barba canosa, vestido de sport, con un elegante paraguas y un sombrero en la mano se acercó rápidamente a mi mesa y me preguntó:

-  ¿Es usted el vecino?

- De Uxue – le respondí.

Y me entregó un grueso sobre color marrón. En él, escrito con un rotulador negro, se leía “Las llaves del Parlamento”. En ese momento, un hueco entre las nubes, hizo que el sol inundara el legendario café. Sin decir ni una palabra más, se dio media vuelta y salió del bar.

Pagué mi consumición en la barra y salí a la calle. Volvía a llover y hacía frío, pero el sobre ardía en mis manos. Me moría de ganas por saber lo que había allí dentro. Bajé al garaje de la Plaza del Castillo, busqué mi coche y me senté en el asiento del copiloto para analizar la información que allí había. Al principio muchas cosas me sonaron, pero luego saqué mi SheafferLegacy y empecé a subrayar demasiados párrafos y a hacer demasiadas anotaciones. Aquel centenar de folios contenía una información valiosísima sobre lo que nos cuestan a todos los navarros nuestras señorías. A mi cabeza vinieron algunas trifulcas parlamentarias por nimiedades, vaguedades y quítame de allí esas pajas, pero no recordaba ninguna bronca tratando “de sus garbanzos”. Y dentro de aquel sobre había garbanzos. Pero también había unos cuantos pallets con latas de caviar y con cajas de botellas de Vega Sicilia Único.

La mayoría de los documentos eran oficiales y de acceso público, pero el orden y lo farragoso de los textos hacía que aquello necesitara de alguien que glosara poco a poco toda aquella información. Y me propuse ese objetivo para mis próximas escalas e imaginarias. Aunque sólo fuera por honrar a nuestro Garganta Profunda.

La Comunidad del Vecino