Opinión

¿Jugamos a Polis?

Pensaba que, después de tantos años de democracia, nuestro sistema de derecho nos amparaba a todos los ciudadanos por igual a la hora de expresar nuestros sentimientos y emociones ante un acto injusto. Vengo comprobando, desde hace tiempo, que todo esto no es cierto cuando la persona implicada es joven.

Por el hecho de serlo se ven sometidos, en no pocas ocasiones, a cacheos indiscriminados, controles, petición de identificación… tratados como auténticos delincuentes. Todo ello basado en la legalidad que le es otorgada a un profesional, vestido en un uniforme azul, que desperdicia su valioso tiempo de trabajo intimidando y criminalizando a los jóvenes por prejuicios infundados, como si de un juego de niños se tratase, en lugar de dedicarse a otras funciones laboralmente más útiles para la ciudadanía y la ciudad.

El ser joven no lleva implícito ser un “pasado de página” ni un broncas. Sin más, si les tocas mucho la moral, como no han sido educados para ser obedientes y sumisos actúan como son, sin pensar en las consecuencias de sus actos por no creerlos en ningún modo delictivos.  Dicen lo que piensan tal cual.

Espero que al ejercer mi derecho de expresión en estas líneas no sea inmovilizada contra la pared como una delincuente, penalizada con un juicio de faltas, tener que buscar procurador y abogado para intentar que la sanción sea menor y escuchar como excusa y argumento que soy una “vieja conocida”.

Esto hacen a los jóvenes.

Por favor, menos conductas prejuiciosas y más profesionalidad.

María Mercedes Jacoste Sáez