Opinión

El cambio, ¿a quién beneficia?

Un octubre más, la polémica sobre el cambio de hora está servida. Desde que en 1914 Canadá decidió utilizar el cambio de hora para ahorrar energía, al parecer con éxito en aquellos tiempos. Alemania y, poco a poco, muchos otros países lo incorporaron durante la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, los hábitos y consumos han cambiado significativamente. En la actualidad, 65 países realizan este cambio, mientras que 174, incluyendo Estados Unidos, no lo hacen.

En 2023, los grandes consumidores de energía, debido a su estructura, no distinguen horarios. Es decir, aeropuertos, estaciones, puertos, grandes empresas e incluso el comercio mantienen el mismo consumo durante las horas del día. Por lo tanto, la incidencia del cambio es mínima en términos de gasto energético.

El alumbrado público se enciende una hora antes y, dentro de apenas un mes, se sumarán millones de bombillas que iluminarán pueblos y ciudades en gran parte del mundo.

Si además está científicamente demostrado que el cambio afecta a la salud de todos los animales, incluyendo a los seres humanos… ¿dónde está el beneficio?