Opinión

Estrategias políticas y economía de la conducta

No dejamos de escuchar que la inteligencia artificial va a cambiar el mundo. ¿Para bien o para mal? Es lo que desconocemos. Es un debate muy interesante que tienen tres enfoques principales. Estados Unidos deja entera libertad a sus empresas. Europa tiene una visión garantista y recientemente ha sacado una ley para regular este mercado. China deja entera libertad al partido comunista. ¿Qué ocurrirá? El tiempo lo dirá. Sólo sé que se cumplirá un principio: quien tenga la oportunidad de usar algo para aumentar su poder, lo hará.

La economía de la conducta propone reorientar el comportamiento de las personas para cumplir ciertos objetivos que permitan aumentar el bienestar conjunto de la sociedad de manera sostenible. También tiene otra aplicación más perversa: permite jugar con la percepción de las personas centrándose en un solo objetivo. Ni siquiera es tener más votos que el rival. Es alcanzar el poder. Ni más ni menos. Hay otras posibilidades: vender más, ganar reputación, obtener un puesto concreto. En estas líneas nos vamos a centrar en temas políticos y en la estrategia que ha llevado Pedro Sánchez. Es pertinente hacerlo, ya que su éxito ha sido abrumador. Previamente echaremos un vistazo rápido otros partidos. Los nacionalistas y extremistas tienen una base muy sólida, ya que están basados en emociones asociadas a la identidad de cada persona. De hecho, existe cierta competencia inter-voto como demuestran los ejemplos PNV-Bildu o ERC-Junts per Catalunya. Llama la atención la escasa implantación que tiene en España el voto “verde”. Conociendo el espíritu más ecologista de las nuevas generaciones, algunos partidos han buscado identificarse con el medio ambiente sin éxito aparente. Por cierto, es asombrosa la poca implicación que tienen los partidos con los jóvenes. Las últimas estadísticas son devastadoras: el 60% cree que no va a recibir pensión cuando se jubile y la mayoría considera imposible comprar una vivienda en los próximos cinco años. ¿Solución? Darles una paga de 400 euros en forma de bono cultural. Sin palabras. Hay tres clases sociales: los jóvenes, los que han podido permitirse piso y los pensionistas/funcionarios.

Es el momento de valorar las estrategias para comprender, posteriormente, cuáles van a ser el resultado de las mismas a corto y medio plazo.

UNO. La palabra del año. Polarización. Por un lado estamos nosotros, por otro la extrema derecha y la derecha extrema. Al menos la sociedad civil está muy por encima de la clase política, de momento es impensable un caso tan extremo como el norteamericano: sólo el 3% de las bodas se dan entre demócratas y republicanos.

DOS. Desviar la atención. Mientras la oposición se centra en criticar la amnistía o los pactos con Bildu, se colonizan instituciones como la Fiscalía General del Estado, el CIS (centro de investigaciones sociológicas), INE (instituto nacional de estadístia), Correos o agencia EFE.

NOTA RESPECTO AL CAMBIO DE ALCALDE EN PAMPLONA. Elma Saiz,  número uno socialista para la alcaldía de Pamplona, fue llamada para ser ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. En la campaña electoral fue muy dura con Bildu, jurando y perjurando que no les iba a votar. ¿Es su nombramiento casualidad? Piensa mal y te quedarás corto.

TRES. Lo malo, es mejor todo de una vez. Lo bueno, repartirlo a lo largo del tiempo. Es efectivo concentrar el dolor y disfrutar la ganancia de forma espaciada. Por eso las medidas “de gracia” para afrontar la crisis se hacen de forma escalonada.

CUATRO. Denigración de Vox. A veces parece que el PSOE subvenciona a Vox, tales son algunas de sus medidas y muchas de sus formas. Con todos sus defectos, ni Vox ha defendido la violencia, ni ha promovido la destrucción social, ni ha propuesto coaccionar a las personas o la prensa. En caso de duda, consultar con Ortega Smith.

CINCO. Repetir y repetir mensajes hasta que se conviertan en mantras. Pasamos del “progresismo” a mi favorito: “no importa con quién, importa para qué”.

SEIS. La imagen es fundamental. El perfil de los ministros es semejante.

SIETE. Buscar identificaciones. Con los pensionistas, los débiles, la cultura o los inmigrantes. Antes de las elecciones de julio muchas organizaciones “apolíticas” pedían votar bien para defender derechos adquiridos que podían perderse.

OCHO. Jugar con la memoria a corto plazo. Cuando lleguen las próximas elecciones muchas cosas que ahora nos indignan se habrán olvidado. En caso de duda, podemos recordar la gestión de la pandemia.

Estas estrategias son muy efectivas a corto plazo, y logran sus objetivos: ganar las elecciones. A largo plazo, se percibe que la sociedad no mejora. Ninguna de las medidas para superar la crisis promueve las inversiones, ni la productividad ni la creación de riqueza. Al fin y al cabo, es más fácil repartirla.