Opinión

Zorionak!

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A estas alturas del calendario, es costumbre dirigir nuestras atenciones (y presupuesto) hacia las fechas que se avecinan. Contando con el origen religioso-festivo de los acontecimientos venideros a celebrar, se sigue valorando su carácter entrañable y cercano.

Es por eso que es preferible querer para nuestros prójimos que el año a punto de estrenar les sea agradable, beneficioso y que, sin duda, la vida les permita contarlo y contármelo, ya que, si lo escucho, estaré allí y estaré cerca de ellos. Después de todo, el prójimo es el próximo. Pero me alejo cada vez más de la llamada al consumo, desde el final del verano, de algo que corresponde al final del año: En agosto loterías y turrones en octubre. ¡Ah, claro!: noviembre y el siguiente nos van a colmar de mensajes solemnes y contradictorios de aquellos que nos tienen por inmaduros, y a quienes les interesa únicamente nuestro voto misterioso.

Está bien mostrarse afectivo, quererse abiertamente por navidad. Abrazos, besos, apretones de hombros y antebrazos. Claro que si. Pero no para dejar huérfanos el resto de los días. Si, en cambio, para repartir cariños, dones y riquezas.

Y… por cierto, casi se me olvida… ¡Feliz Navidad y un muy buen año para todos-todas!