Opinión

Sobre Marta González

En el momento en que Marta se comprometió con el conservatorio para ser la protagonista de el acto de la festividad de Santa Cecilia de 2019, estaba amaneciendo en una de las calles del barrio Lourdes en donde, ella, Belén y yo éramos los supervivientes de una maravillosa cena de compañeros después de un concierto de profesores. La noche discurrió entre sueños, proyectos y promesas cumplidas.

Marta llenó el teatro Gaztambide, no sólo de público, sino de música y vida. Una hora que duró un suspiro, un suspiro que durará toda una eternidad en forma de recuerdos inolvidables. Desde luego no era la primera vez que tocaba en el teatro Gaztambide, ni sería la última. Pero para mí, para nosotros, aquella noche fue única, porque si jamás habíamos tenido duda de que Marta era “una de las nuestras”, en aquel instante sentimos todos una comunión entre ella y el mundo, nuestro mundo, única e irrepetible.

Personalmente la vida me ha llevado por derroteros en donde en muchas ocasiones estaba Marta. Tenemos un mundo conectado con recuerdos, anhelos y amigos comunes. Todo continúa intacto. La ausencia no puede con todo. La ausencia no puede con nada.

Siempre habrá un momento en que en Tudela se hable de Marta, como de Javi Abad, especialmente en las aulas de nuestro conservatorio, el que siempre será su casa. En ellas contaremos grandes historias de grandes personas que, con un violín o un fagot, intentaron cambiar el mundo mientras nos cambiaban a todos nosotros. Y con una sonrisa, relataremos a nuestros pequeños alumnos las grandes gestas de estas personas que, como ellos, no hace tanto, recorrían los pasillos de nuestra Escuela de Música soñando con notas, países lejanos y amigos cercanos.

Que la memoria nos ilumine en la noche para que jamás podamos olvidar a Marta González. 

Marta González tocando el violín en el teatro Gaztambide
Marta González tocando el violín en el teatro Gaztambide