Opinión

El poder de la decisión política

Estamos viendo cómo a diario las decisiones políticas afectan nuestra vida como usuarios y ciudadanos, elementos imprescindibles de una sociedad democrática. En el utópico mundo de la política, hay decisiones que no solo afectan al día a día del ciudadano, sino que también generan un importante grado de incomprensión para el votante, ya que no se divulgan durante la campaña.

Estamos frente a un fraude de oferta política, donde lo que se ofrece inicialmente no coincide con lo que realmente se ejecuta. ¿Dónde está el límite de las acciones políticas en relación con su legitimidad para llevarlas a cabo? Vemos claros ejemplos todos los días, como el retiro de la guardia civil de nuestras carreteras. ¿Se ha consultado a los navarros si desean esto?

Debería ser cuestión de referéndum cómo se tratan los asuntos de importancia, dejando de lado cuestiones económicas o de estado. Esto no solo se aplica a este caso en particular, sino también a aquellos que tienen un impacto significativo en la vida diaria del ciudadano. ¿Quién con sentido común político iría en contra de lo que reclama el pueblo? Lo hemos visto en las acciones de la actual presidenta de Navarra, que recibe el apoyo del pueblo dondequiera que vaya y luego actúa en consecuencia. Las decisiones políticas que afectan a la población en general nunca deberían convertirse en leyes aplicables sin un referéndum de aprobación. ¿Es normal que un propietario de tierra en régimen privativo, con escritura, deba dejar un 2% de tierra sin cultivar debido a una ley foral aprobada en 1990, llamada compensación por roturación en el departamento de medio ambiente? ¿Pero qué es esto? Lo comunal parece ser suyo, ni siquiera los ayuntamientos tienen validez en las escrituras. La presidenta del gobierno de Navarra, que ocupa el cargo actualmente gracias a un consorcio que probablemente nunca se repetirá, afirma haber sufrido presiones sociales. Podemos imaginar qué pensarán algunos alcaldes de la ribera ante este comentario.

La aprobación de la depuradora de fangos en Tudela, el gasto de Vélate, y un largo etcétera. Es un suma y sigue, es el signo de la incapacidad. Ha llegado el momento de un cambio drástico, uno que nos lleve por el camino del entendimiento y la reconstrucción. Para lograrlo, muchas leyes en Navarra deberán ser revisadas y derogadas.