Opinión

Los viejos y el momento político

Desde un ejercicio de responsabilidad, algunos viejos tendemos a analizar el entorno social y a la “crítica”, que en esta edad suele ser ponderada, aunque a veces también, decepcionada, alarmada y ocasionalmente desgarrada y cabreada. Quiere decir que estamos vivos intelectualmente, a pesar de nuestra edad, y que queremos y sentimos el deber moral de contribuir desde la madurez, desde la experiencia, y sobre todo desde nuestro saber, a que las cosas mejoren. No somos salvadores de nada. Tampoco quiere decir que tener años sea garantía de que nuestras opiniones o nuestros juicios tengan un valor especial, tengan enjundia; ese calificativo debemos ganárnoslo individualmente, lo mismo que todos que se permiten opinar, también los que tienen la edad de la soberbia.

Pero nuestras opiniones sí que tienen una característica especial, opinamos desde una perspectiva desnuda o casi desnuda de egoísmo y de metas especiales. Ya nos queda poco y es muy difícil no decir lo que opinamos en estos temas, y también es difícil vivir contaminados por fatuidades y cantos de sirena. Vemos el mundo desde el final de nuestra vida, con pocas expectativas de futuro, y nuestro norte es decir realmente lo que pensamos intentando influir y mejorar esta sociedad, a mi juicio actualmente en decadencia. Las fases de esplendor y de declive social han sido siempre cíclicas. A mi entender estamos en un severo momento de declive en el tema político. En otros aspectos, en los últimos lustros, ha mejorado con importantes logros sociales: la igualdad de sexos, el reconocimiento de la homosexualidad y su legalización como parejas, el divorcio, el respeto a la autonomía personal, la educación universal con la igualdad de oportunidades para todas y todos, etc. aunque queda mucho por conseguir...

No quiere decir que todos lo que digamos las personas de edad tiene un valor especial. Algunos viejos y viejas, en este momento, están decepcionados de su paso por la vida, algunos deprimidos y otros están resentidos. No es mi caso.

Estamos en un momento de crisis política muy grave. La llegada al poder del partido que, teóricamente por sus siglas, por su ideología, nos representa a muchos ciudadanos, en su praxis y en su actitud, se comporta fuera de los cauces democráticos sanos y sólidos, y trasluce una vocación claramente totalitaria. Intenta copar todos los órganos de poder y cambiar la sociedad a un sistema menos democrático y más totalitario. Desprecia a los adversarios políticos que representan la mitad de la población. Es una perversión de la democracia y da la impresión que su vocación es totalitaria.

Muchas de las personas que hoy ostentan puestos de responsabilidad, con la lógica repercusión en la gestión, están elegidas fundamentalmente por el sometimiento al líder más que por su capacidad para el cargo. Las formas con los adversarios son despectivas y chulescas. Este proceder solo engendra rencor y odio

Como método se pervierte el lenguaje. Se disfrazan de forma obscena las palabras para manejar a la población. Hablan de progreso, progresista, democracia, libertad, etc. para embridar al ciudadano; sin embargo, cuando se quitan la careta sus sistemas son dictatoriales: se permiten la mentira, el engaño, la utilización torticera de las instituciones, cuando no, la difamación, el desprecio del adversario. 

Los de izquierdas radicales, maquillan su proceder con que sus acciones están motivadas por ideales y son para beneficio de la ciudadanía, incluso se sienten elegidos, héroes, salvadores. En un pueblo del país vasco en el baño vi escrita en la pared una frase que calificaba de héroes a los miembros de Eta. Tendrán otro calificativo, pero desde luego héroes, no. Dar un tiro por la espalda o poner una bomba donde mueren personas incluso niños, no es de héroes. Es curioso hasta qué punto nos podemos engañar algunos seres humanos para justificar pulsiones inmorales.

No me gusta la ideología de derechas. Lo dejo claro. Defiendo una socialdemocracia. Pero tampoco me gusta esta izquierda por su actitud supremacista y de confrontación continua y despectiva, por su vocación totalitaria, por el acomodo de personas en puestos de responsabilidad, muchos de los cuales su principal y a veces único mérito es la obediencia al líder. No me gusta la actitud continua de desprecio y confrontación chulesca con el adversario. No me gusta su vocación dictatorial. Este gran partido ha sido ocupado por personas que lo están llevando a una radicalización peligrosa.

Son precisas reglas para vivir en sociedad. Debe estar basada en la verdad, en el respeto a la ley, en la justicia social, en el diálogo, no en el odio y en la confrontación, en el trabajo bien hecho, en la no explotación del prójimo. Fomentar el odio y la confrontación violenta, aunque sea verbal, está reñido con defender e intentar instaurar los cambios que se consideren

Cada cual, con sus defectos, una mayoría de ciudadanos nos regimos por valores y tenemos claros estos postulados. Tenemos que defendernos y ser conscientes de que no debemos permitir que nos engañen. Debemos poner en tela de juicio las siglas de los partidos, enjuiciar a las personas, enjuiciar los programas, no lo que pregonan, y hacerlo con honradez intelectual. Chequear la propaganda. Muchos partidos políticos se sustentan con propaganda de los medios de comunicación detrás de los cuales hay poderes económicos que nos manejan.

Es muy importante desdramatizar la vida política española y respetar las opciones. La mayoría de la población no es fascista, ni comunistas radicales. Hay que evitar la crispación, y exigir a los que gobiernan y a los que pretenden gobernar que dialoguen con mesura, inteligencia y buena voluntad.

Los viejos miramos la vida sin dramatizar, con realismo, y en este momento con preocupación.