Opinión

Titulación, conocimiento y cultura

Hoy venía en el coche escuchando la radio y, en una emisora estaban tratando sobre un tema fundamentalmente humanista y, como es frecuente, han conectado con un “experto”, que así lo califican, para saber su opinión. En este caso el aval del experto es su título universitario en ciencias puras y el tema a tratar profundamente humano. El asunto a opinar era complejo y no me ha gustado la forma de enfocarlo del titulado en una carrera de ciencias puras, que era el aval con el que había sido presentado. No quiere decir que una persona con esa titulación u otra del mismo contenido, incluso personas sin titulación alguna pero que leen, observan y se preguntan sobre nuestro sentir y proceder, no sean capaces de analizar y aportar observaciones importantes sobre temas humanos; pero no ha sido el caso. Esta reflexión me sirve para abordar una afirmación que he comentado muchas veces en mi circulo.

Con frecuencia los directores de programa piden colaboración a personas con títulos rimbombantes que nada tienen que ver con el tema a tratar, del que no tienen que saber más que un ciudadano de la calle medianamente formado.

Para los aconteceres de la vida diaria, tienen más herramientas reflexivas los formados en humanidades que las personas exclusivamente formadas en ciencias; por supuesto, hay excepciones. Incluso personas medianamente despiertas sin titulación, pero expertas en pragmática de la vida. Conozco a titulados universitarios que son casi analfabetos funcionales en temas que no sean de su materia. Marañón escribió en su momento. “el médico que solo sabe medicina, ni medicina sabe”. El tener un título en Humanidades tampoco es garantía absoluta.

Es un disparate para la evolución de los futuros ciudadanos el que no se potencie la filosofía, la literatura, las artes, las humanidades en general. Casi todo lo que hacen las ciencias dentro pocos años, y ya, las pueden hacer los robots si les introducimos los datos. Para matizar comportamientos, sensibilidades, circunstancias, está muy lejos el día que lo pueda resolver un conglomerado de circuitos informáticos interconectados, y desde luego, no podrá suplantar una mirada de empatía, un apretón de manos de agradecimiento, un hombro donde apoyarse, un abrazo acogiendo una lágrima, ni una mirada para valorar la situación emocional de un ser humano.

El título universitario no es un aval que sirva para todo. Hay profesionales universitarios, excelentes en el tema de su titulación, pero casi analfabetos funcionales en pragmática de la vida.