Opinión

Rompedores

Ser rompedor, a veces lleva a replegarse en determinados escenarios, al menos momentáneamente, sorprendido y a veces asustado por la repercusión de respuestas individuales, o de grupos, y con frecuencia ambas coordinadas, que muestran nuestros interlocutores cuando hacemos una aseveración que en ese ámbito no es lo políticamente correcto. En ocasiones se sienten escandalizados por las ideas o afirmaciones que aseveras. Generalmente sucede en ámbitos cristalizados por ideas, religiones y pseudoreligiones políticas, donde nunca se produce la duda ni el debate de sus cimientos, solo de los adornos y nunca se pone en tela de juicio a los popes de los que maman y engullen sus consignas con fervorosa obediencia. Claro, son clase dominante, son casta que ven peligrar sus privilegios, o que se haga luz sobre sus trayectorias frecuentemente tramposas. Estos ámbitos son cerrados; se reúnen en sus logias con sus correligionarios donde se sienten seguros, y dan rienda suelta a sus poses y discursos supremacistas morales, sobre ideas, personas o grupos que no son de su especial pseudoreligión.

Se miran en el espejo antes de salir de casa; aderezan sus enjuagues de maquillaje y perfumes, se miran y se remiran, incluso ensayan sus poses. Se juntan en pequeños hatos de correligionarios y, a diferencia de sus tiempos de esplendor, aunque aún sigan en la onda, tienen mucho que ocultar; se les nota que no tienen la conciencia tranquila, aunque su mirada sigue siendo soberbia con sus lacayos de siempre.

La actitud de rompedor inestabiliza a las personas de siempre. Las habitualmente sometidas al poder de turno en determinados ámbitos. Estos personajes abiertamente les reprochan, o intentan aderezarlos dando consejos paternalistas de que se repriman, unas veces porque intuyen el riesgo que supone, y otras porque la mayoría tienden a aliarse con lo que predomina, con los ganadores de cada momento.  A los solitarios, a los predicadores en los desiertos nos hacen dudar de que seamos tipos raros. Inseguridad provocada por los vulgares, por los conservadores, por los tiranizados, por los mediocres, que tratan de poner freno a todo lo que cambie las reglas de juego, a todo lo que perturbe su aburrida estabilidad y sobre todo su posición económica y social de privilegio. El motivo fundamentalmente es el miedo a los poderes. Ese miedo existía en la dictadura, cuando de determinados temas había que hablar en cuchicheo en zonas sombrías o en casa con las ventanas cerradas no fuera que alguien nos pudiera escuchar y denunciarnos.

Los pseudo-progres actuales, son más de lo mismo, disfrazados de rompedores, de nuevos con conceptos viejos. No buscan que seamos conscientes, reflexivos, analíticos, sino que tratan de vendernos su propia mercancía para que nos convirtamos en sus aliados, en definitiva, que formemos parte de sus manadas. Para nosotros será simplemente cambiar de bando si no analizamos concienzudamente sus ideas; los métodos que utilizan no difieren en nada del resto.

El entorno intentará que vuelvas al cauce de la vulgaridad, que ellos llamarán lo correcto y lo civilizado, que sigas los cauces establecidos por el poder correspondiente. Es lo que tratan de hacer todos los poderes, también los que aspiran a conseguirlo, disfrazados de corderos. A ninguno les interesa las mujeres y hombres libres, reflexivos, con criterio, conscientes de sus decisiones. El estilo de estas personas en estado basal es adornar sus mensajes con envoltorios sugerentes, en definitiva, lo que se dice vulgarmente pero que es muy gráfico: “dorar la píldora”, para que la engullamos más fácilmente, o adornar todo con afirmaciones hueras de contenido o con bromas inocentes, dándote una palmada en el lomo intentando que te sosiegues y que sigas siendo parte de la manada.

Cuando ven peligrar su aura en los escenarios y decorados que no son su cubil, optan por la huida a sus cercados de invierno con sus rebaños de siempre donde cada cual representa su papel; algunos no renuncian al de líderes y lideresas, en este caso sin lacayos, reclamando sus antiguos estatus en la manada y su papel de cohesión del grupo para papeles secundarios. Son círculos cerrados, que solo lucen en su cubil o en sus cercas con espejos de Blancanieves. Es un triste porvenir, aunque interesado, porque nunca despertaran porque intuyen que su embotada salud mental se descompensaría, y además perderían sus estatus en sus ámbitos de siempre.

El camino de las personas inquietas, honradas y responsables es otro. Cultivar el librepensamiento y la honradez intelectual, tener como objetivo la justicia social y la limpieza de las instituciones que las garantizan, no repartiéndose la tarta. Ante los principios, no estar sometidos a pseudo-religiones políticas de contenido teórico justo, pero que se han degradado porque las han viciado para beneficio teóricamente social, o más bien propios o de su “banda”. En el momento actual su único objetivo es mantener el poder donde ellos son los privilegiados, y se sienten, además, portadores legítimos de la justicia social, con frecuencia permitiéndose las mayores trampas y bajezas justificándolas como defensa de dichos ideales, cuando en realidad están defendiendo su situación de privilegio.

Para discernir es conveniente beber en diversas fuentes, y darse cuenta de cuales son de fiar y cuales no; algunas se pueden desechar fácilmente por su grosera manipulación, lo mismo que a determinados voceros de medios de comunicación, y a determinadas personas. Otros recurren abiertamente a la mentira para manipularnos, y en un primer momento pueden impactarnos, pero no hay que fiarse y verificar determinadas afirmaciones, que muchas resultan ser falsas. Las lanzan a las redes sociales sin el menor pudor para intoxicar al ciudadano.

En este mundo en que vivimos, es difícil mantener la honradez intelectual, la reflexión, la deliberación sobre temas que a todos nos atañen, por la agresión constante que supone el intento de manipulación de unos y de otros para conseguir sus intereses partidistas y por el acoso del poder de turno.

Precisamos un mundo de idealistas y de “Quijotes”.

En el momento actual vivimos en nuestro país en una democracia manipulada en beneficio propio y en aspectos corrupta, pervirtiendo y degradando groseramente las instituciones garantes de nuestro sistema democrático.