Opinión

Relativismo moral en política

Los seres humanos somos, en general, poco idealistas. En un principio, desde los albores de los tiempos, hemos y seguimos luchando por la supervivencia, en un mecanismo instintivo grabado en los genes de todos los seres vivos, con el impulso de mantener la vida y mantener la especie.

Mantener la especie en el reino animal, prima a los más fuertes, a los más poderosos, de tal forma que, si todo se desarrolla sin incidentes que alteren el ritmo natural, la especie va mejorando. En el caso de los humanos, el objetivo ha sido el mismo, pero como especie gracias al desarrollo de nuestro cerebro, hemos evolucionado más y hemos conseguido aptitudes que nos han llevado a dominar el mundo.

En nuestro caso el mecanismo de selección, cabe suponer que, en un principio fue similar, la fuerza, pero en el proceso evolutivo desarrollamos el cerebro, y con él la inteligencia. Entonces ya no era tan importante la fuerza bruta, sino sobre todo primó la capacidad de razonar y habilidades que dependían de ella: sacar conclusiones nuevas en un continuo aprendizaje; también la astucia, y, en una deriva, también el “regate en corto”, el manejo, la mentira y, en ocasiones, la fuerza y la violencia aderezada con el resto de atributos.

A pesar de todo, después de muchos avatares, llegamos a las democracias como sistema de organización social justa. El “poder” en épocas de crisis, de escasez, generalmente lo ostentaron los más capaces, frecuentemente idealistas sacrificados asumiendo riesgos en función del bien común del grupo; en ocasiones por iluminados convertidos en dictadores e incluso desalmados. En épocas de estabilidad, es frecuente que con el tiempo el poder en las democracias se vaya degradando ocupado por oportunistas ambiciosos, a veces revestidos con siglas teóricamente justas, con sistemas de control viciados. Son las democracias manipuladas muy frecuentes hoy en el mundo.

Muchos líderes, no son necesariamente los más nobles y más capacitados. Generalmente son suplantados en esta lucha por los más astutos, los que son capaces de saltarse reglas, y algunos capaces de admitir sobornos, comprar voluntades, intentar trampear procesos electorales en su beneficio, etc. Por eso, en las democracias son imprescindibles estrictos mecanismos de control, que precisan reseteo frecuente para que no se desvirtúen y sean tomados también por los poderosos.

Hoy vivimos en lo que podemos considerar democracias manipuladas. Pueden escudarse en siglas justas, pero estar ocupadas por organizaciones y personajes perversos que predican ideales, pero su praxis es el beneficio propio y del grupo.

En la escala de ambición, el poder es un escalón superior al dinero. Tiene un efecto orgiástico con sensación de omnipotencia al manejar el destino de los gobernados. Además, suele ir acompañado de gran enriquecimiento.En nuestra política nacional los ideales se han degradado. Debemos como ciudadanos exigir a los partidos honradez en sus planteamientos, respetar la constitución de forma rigurosa, y si precisan modificarla hacerlo con los sistemas previstos. Muy importante también: separación de poderes. El poder judicial no debe depender de ningún partido y mucho menos el nombramiento de sus máximos responsables. Vivimos en una democracia con severos intentos de manipulación.El momento electoral que se avecina, es muy importante.