Opinión

Nuestro íntimo territorio

Todos los animales, también los humanos, necesitamos un territorio donde movernos y desarrollar nuestra actividad cotidiana. De hecho, la regulación de las especies y las guerras, tienen mucho que ver con la interferencia y la falta de espacios. La superpoblación genera violencia como búsqueda de una nueva distribución de los espacios.

Incluso en el ámbito individual, en la relación con los demás, todos percibimos que necesitamos un espacio mínimo que se puede cifrar, dependiendo de las personas, en el que podemos abarcar con los brazos en jarra, donde en raras ocasiones dejamos introducirse a los otros; ese espacio es mayor por la espalda, zona que menos podemos controlar, y en determinadas personas o situaciones. Este territorio individual que todos tenemos y que inconscientemente salvaguardamos, supone un mecanismo de seguridad instintivo, no sólo físico, sino también psicológico.

Pero muchos humanos buscan el poder para sentir la sensación de dominio. La motivación por el poder es mucho más fuerte que la motivación por el dinero. De hecho, muchos, con el dinero buscan poder, y cuando el dinero no les es suficiente buscan el poder por el poder. Tenemos actualmente a jerarcas económicos mundiales intentando cambiar el mundo, pero ellos estarían en el trono de decisión. También, a muchos políticos en todos los partidos que teóricamente buscan justicia social, a veces, cuya praxis personal está muy lejos de lo que predican, y analizando su estructura psicológica y su trayectoria son verdaderos tahúres.

El caso extremo es el de líderes que ha dado la historia que precisan manejar el mundo para sentir su omnipotencia, provocando muertes, dolor, destrucción…disfrazando y adaptando sus motivaciones a sus delirios, y que son capaces de arrastrar a grandes masas de población, e incluso a países enteros. Los ciudadanos normales no podemos entender que Hitler fuera capaz de realizar las barbaridades que cometió seguido por grandes masas de población.

Hoy estamos asistiendo a la guerra desigual de Rusia contra Ucrania, cuyas motivaciones la mayoría del mundo no comprende, solo algunos de su religión política, y que parece estar motivada por los afanes expansionistas de un ególatra, Putin.