Opinión

Mi ventana

Es un día vulgar, como otro cualquiera, aunque tal vez lo vulgar sea mi percepción de hoy. Miro por la ventana frente a mi mesa, y el paisaje urbano que contemplo es anodino, como el de siempre, y el trozo de cielo que diviso por encima de los edificios no me inspira nada especial: cúmulos, algún nimbo y un sol deslavazado y mediocre debilitando las nubes.

Sin embargo, volando de forma imaginaria por ese cielo sereno que persigo, llegaría a una zona donde unos robots, que así llamaría a los soldados, (si son buenos militares siempre son robots), están matando a hombres y mujeres que están defendiendo su tierra, su patria. Y todo por la ambición de un loco, como otros que ha habido en la historia reciente, Stalin, Hitler... Parece imposible que la voluntad de una sola persona, de un solo hombre, pueda ocasionar tanto sufrimiento y tantas muertes. Las dictaduras son un desastre, una calamidad, pero los humanos tendemos a ser manada, y eso intentan unos y otros poderes. De hecho, lideres psicópatas ha dado y da la historia, capaces de ocasionar destrucción y dolor. Otros muchos con obsesión de dominar.

 Pero a pesar de todo, es otro día, otro más que vivimos. Está claro que los días esplendorosos son pocos y, la capacidad de gozarlos de forma especial, en general está dentro de nosotros, en mi caso, de mi ventana hacia dentro, encima de mi mesa, y más concretamente dentro de mí, aunque influido por diversos factores que reblandecen nuestra fortaleza, nuestra compostura, incluso nuestra razón. También es cierto que, hay factores que nos impulsan y nos hacen ver por esa misma ventana un sol radiante, a pesar de que haya nubes, pero eso hay que trabajarlo para tener la capacidad, no de engañarse y ver luz donde hay sombras, sino de soportar las sombras, que siempre van a existir.

Pero está claro que siempre va a ser así, pero es importante que, aunque van a influir, tengamos fortaleza para que nuestro empaque resida dentro de nosotros para poder capear los temporales que, simplemente por vivir, por ser sociales, por tener obligaciones, por tener afectos, nos van a influir irremediablemente, y debemos tener capacidad y estar preparados para gozarlos y también para sufrirlos cuando así vengan. Es la vida misma.

Pero la ventana también es una salida necesaria al mundo para apartar la mirada de nuestro ombligo, de nuestra diana interior con todas sus servidumbres, para que salgamos a ese mundo del que formamos parte y del que también somos responsables, cada cual en su ámbito, con sus valores, para intentar hacerlo cada día un poco mejor.

Vivimos una época de gran miseria moral de los grandes poderes políticos y económicos que intentan manejarnos y que seamos manada para conseguir sus fines. Como ciudadanos debemos impedirlo, cada cual en su ámbito, con sus valores, con honradez intelectual y moral. El primer paso es concienciarnos.