Superadas las vacaciones, muchas personas comenzamos a planificar el año escolar. Unos programan el trabajo de los siguientes meses, otros el colegio de los niños y algunas personas optan por apuntarse a cursos de formación para mejorar su capacitación o poder aspirar a un trabajo.
Algunas de estas últimas han acudido a Irache para asesorarse sobre o para buscar ayuda, una vez que ya se han apuntado, han pagado o se han comprometido al pago del curso -puede que miles de euros- y han descubierto que no era lo que creían. En algunas ocasiones se ha conseguido anular el contrato y el consumidor ha recuperado su dinero, pero, lamentablemente, no siempre es así.
La publicidad de muchos de estos cursos los asocia a conseguir un empleo y muchos creen que, si hacen el curso, el puesto de trabajo está garantizado. Sin embargo, el contrato solo habla de un servicio de enseñanza. Cuando el consumidor quiere echarse atrás, ya ha firmado y no tiene documentos que demuestren el engaño.
Otras veces el problema está en la calidad del propio curso. No es extraño que verbalmente se dé a entender que es una formación presencial de máxima calidad y que luego solo se trate de un material y el acceso a un campus online. Las prácticas en “las mejores empresas” no salen o son muy pobres.
Otra cuestión delicada es el carácter de los títulos obtenidos. En ocasiones en la publicidad se asegura un título con carácter oficial cuando no es así.
Para poder reclamar tiene que darse algún incumplimiento claro de las condiciones del contrato o de la publicidad del curso. En estos casos se puede conseguir anular el curso o una rebaja del precio. Pero no suele bastar con que las promesas del comercial no se hayan cumplido, ya que no hay manera de demostrarlas.
Por todo ello, antes de firmar la suscripción de cualquier formación, es muy importante pedir toda la documentación por escrito, estudiarla detenidamente y, si es necesario, buscar asesoramiento. Si quiere invertir en su formación, asegúrese de que esta es de calidad.
