Opinión

La salud mental de los jóvenes

Esta pandemia del Covid-19 está afectando de modo muy directo a la salud mental de las nuevas generaciones. Los adolescentes, siempre propensos a sufrir problemas más o menos complejos, están viendo agravada su situación radicalmente. Sujetos a una estricta normativa a causa del virus, por las características de su edad son siempre propensos a desear romper las normas que perciben como una coacción a su libertad y una negación de su madurez. Realmente, cuando critiquemos a estos jóvenes, no seremos justos si afirmamos que nosotros lo pasamos peor que ellos, aunque ciertamente cada generación  ha sufrido complicaciones y trabas a su desarrollo. Por otro lado, la grave crisis económica, de la que parece que algunos aspectos se han vuelto crónicos, azota con especial intensidad a aquellas personas que carecen de experiencia laboral y tienen que partir de cero en su trayectoria. Los derechos adquiridos de los ciudadanos suelen ir ligados al tiempo de cotización y los jóvenes no poseen este requisito. Parecería lamentable que nuestros jóvenes tuviesen que depender para subsistir de una renta mínima garantizada o asimismo tuviesen que permanecer en el hogar paterno sin ni siquiera poder cooperar en la economía familiar. La situación que padecen es muy dura y lógicamente está generando serios problemas de salud mental. 

Con frecuencia, la desesperación lleva a cometer delitos y esto puede complicar mucho más la situación personal de jóvenes que, en realidad, lo que desearían es salir adelante con sus proyectos vitales por medio de un empleo y una vida normalizada. De este modo, nos estamos encontrando con jóvenes dominados por una agresividad insólita, por la cual se convierten en candidatos para habitar las cárceles y entrar en una espiral sin fácil salida. La mafia del narcotráfico atrapa a jóvenes inexpertos que entran en un circuito cerrado donde los consumos y los mercadeos de tóxicos se imbrican y se confunden, agravando la situación. Lo mismo ocurre con el juego, que tan de moda se ha puesto entre ellos. La experiencia nos dice que muchas vidas han sido destruidas por estos hábitos nocivos. La salud mental de las personas se ve muy deteriorada, así como su economía, su situación familiar y la relación con las demás personas de su entorno. Muchos jóvenes piensan equivocadamente que por consumir drogas no pasa nada y que podrán controlar y sacar adelante sus vidas, pero los perjuicios suelen ser grandes y en muchos casos irreversibles. 

Por otro lado, el SNS-Osasunbidea siempre ha encontrado dificultades para abordar el problema de las dolencias mentales. Muchas veces los psiquiatras se han dedicado a matar moscas a cañonazos, ya sea por falta de recursos o por falta de tiempo disponible para cada paciente. Realmente hacen falta más medios y más personal sanitario, una mayor cualificación y mayor empatía con las personas que sufren problemas de salud mental. Si bien es verdad que últimamente se han abierto residencias para enfermos mentales, no podemos pensar que vamos a recluir en ellas a todos los jóvenes que están sufriendo problemas psiquiátricos. Lo que se debería hacer es ofrecer soluciones en orden a conseguir que se integren de nuevo en la sociedad y que sean capaces de desempeñar una profesión tras haber recibido la instrucción pertinente. Ahora que los problemas de salud mental se están convirtiendo en una verdadera plaga, no podemos dejar de criticar que no se haya procurado anteriormente una socialización efectiva de quienes han sufrido estas dolencias. Lo mismo desde la Administración Pública que desde la sociedad, tendremos que demostrar mayor empatía por todas estas personas.