Opinión

Sí a la reurbanización de la plaza de la Cruz

El arbolado de la Plaza de la Cruz de Pamplona/Iruña es un asunto secundario porque se puede repoblar con nuevos árboles, más jóvenes y vigorosos, que en su crecimiento sirvan de esparcimiento para las nuevas generaciones de vecinos del II Ensanche y de toda la ciudad, así como de los visitantes futuros, ya sea en Sanfermines, ya sea durante el resto del año. Los dicharacheros y joviales estudiantes del Instituto Público podrán seguir disfrutando de su sombra cuando salen al recreo de la mañana, lo mismo que los numerosos feligreses de la parroquia de San Miguel, con casi una misa cada hora. También esos extraños viandantes que suelen concentrarse en algunos bancos a beber, fumar y algunas veces discutir, con lo que la Policía Municipal suele hacer acto de presencia. Indudablemente, en la reurbanización de esta bella y frondosa plaza sería muy conveniente dotarla, así como a las inmediaciones, de numerosas y potentes cámaras de vídeo-vigilancia, tal y como la actual alcaldesa llevaba en su programa electoral. Y es de rigor cumplir las promesas electorales, cuánto más que es una demanda transversal de la ciudadanía, ya que la inseguridad ciudadana se está manifestando como uno de los problemas más graves que tenemos que arrostrar con total independencia del color del partido político con que simpaticemos. No se trata de ser racista, naturalmente, pero cuando cruzan esas calles, y las aledañas, esos jóvenes desarraigados, que presumiblemente carecen de empleo e incluso de una situación legal o regular en nuestro país, entra como una especie de sensación de riesgo, como si tuviéramos que convertirnos en uno de esos personajes de las películas de acción. Y no tenemos ya ánimo de convertirnos en héroes de las calles, sino que buscamos caminar por el asfalto sin sobresaltos y sin temores, con la cabeza alta observando las escenas y los escenarios de nuestra preciosa ciudad de Pamplona, la capital del Viejo Reyno de Navarra. 

Otro elemento que posiblemente entre en disputa son los baños públicos que, incluso, crean algún puesto de trabajo como limpiador de urinarios. Observamos que en otros puntos de la ciudad han colocado unos baños herméticos, más accesibles y más individualizados, que se auto-limpian en muchos casos, aunque es de suponer que algún empleado municipal lleve a cabo una limpieza más profunda y algún tratamiento regular de desinfección. En esto, lo importante es que se siga ofreciendo ese servicio público a los transeúntes, más allá de cuál es el formato elegido. 

En cuanto al aparcamiento subterráneo, hay que decir que lo ideal sería que la gente utilizase más el transporte público y que se valorase mejor la permanente recomendación médica de que andar es, al fin y al cabo, el ejercicio físico más saludable. Ahora bien, a las personas no se nos puede prohibir utilizar el vehículo privado, no solo porque entra dentro del ámbito de nuestras libertades, sino porque muchísimos ciudadanos se encuentran por motivos laborales tan cansados, que luego no pueden hacer otra cosa para acudir al centro de la ciudad que conducir su coche o su moto. Además, los vecinos del II Ensanche podrán guardar bajo cobijo su vehículo privado, que no es precisamente un medio de locomoción barato, máxime que, como decíamos antes, la inseguridad ciudadana, los hurtos y el gamberrismo han aflorado en esta época como uno de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad.

Es muy probable que sean muchas otras las cuestiones a debatir, pero grosso modo, esto es lo que me parece sobre esta cuestión, como vecino del II Ensanche de Pamplona/Iruña. Y creo que afecta a toda Navarra lo que ocurra en nuestra capital.