Opinión

La perniciosa moda trans

Muchas de las modas que surgen periódicamente y que encandilan a gran parte de la sociedad, especialmente a los jóvenes, adolecen de una potencia dañina muy preocupante, como sucede con la moda trans. Siempre se ha dado el fenómeno de la transexualidad, lo mismo que la homosexualidad. El respeto a los homosexuales ha sido una de las razones por las que la izquierda se ha ganado muchos adeptos entre los ciudadanos de bien durante el periodo democrático, aunque en las dictaduras comunistas los homosexuales hayan sido encarcelados o internados en psiquiátricos del mismo modo que en otros regímenes dictatoriales. La personalidad del homosexual que ha sentido en su interior, quizá pese a sí mismo, esa tendencia y que la asume, aunque eso le acarree graves perjuicios en todos los órdenes, resulta totalmente respetable. Cuánto más en épocas en que estaba perseguida esa tendencia por las autoridades y socialmente. Sin embargo, lo que ocurre en nuestros días con la moda trans no merece ninguna respetabilidad, porque se están creando necesidades falsas entre los niños y adolescentes con problemas, cuya solución no pasa por la cirugía genital ni la hormonación, sino por la asunción de valores tradicionales como el esfuerzo, el trabajo y el estudio.

Es completamente lamentable que se les pueda llegar a ofrecer a los jóvenes un tratamiento de cirugía genital irreversible. La adolescencia es una etapa en que los seres humanos nos estamos buscando y que muchas veces no nos encontramos hasta mucho tiempo después, no sin antes haber caído en modas muy perjudiciales, como pudo ser la heroína inyectada hace unas décadas. Las tribus urbanas, la drogadicción, la preponderancia de los gustos musicales como única forma de aprehender la cultura moderna y un largo etcétera de tendencias adolescentes erráticas han tenido su momento y han causado muchas bajas entre los jóvenes, sobre todo la droga, pero también la violencia y otras prácticas que han conllevado prisión y desprestigio social antes de ponerse a trabajar en serio o de haber culminado unos estudios cualificados. Qué decir de la kale borroka por la que decenas de jóvenes vasco-navarros fueron a prisión por seguir las directrices de algunos pseudo intelectuales que en cuanto vieron en riesgo sus poltronas accedieron a normalizar la situación. Sin embargo, las consecuencias de la moda trans, de la cirugía genital irreversible y de la hormonación, en mi opinión, supera todo eso, aunque tal vez no lo supere y me haya sugestionado lo horrible que me parece que un ser humano se arrepienta, en llegando a una edad adulta, de la irresponsabilidad de haberse operado quirúrgicamente para un cambio de sexo genital artificial. Tal vez siempre haya sido así y cada generación esté condenada a cometer su estupidez congénita. 

No obstante, es bueno recordar que las autoridades políticas y judiciales deben garantizar una protección a todos los ciudadanos, pero especialmente a los menores de edad, que evite esos enormes perjuicios en las personas. En mi opinión, se debe interponer ya un recurso de inconstitucionalidad contra le Ley Trans si esta (yo no la he leído, no tengo estómago para eso) permite que un menor de edad pueda decidir someterse a una operación quirúrgica de cambio de sexo. Yo no soy jurista, pero reconozco que si un hijo mío o cualquier familiar o hijo de amigos, o de vecinos, etcétera, pudiese cometer semejante estupidez, sentiría tal tristeza que irremediablemente llegaría a la conclusión de que la persona responsable de eso debería ser inhabilitada y encarcelada para bastante tiempo. Por otro lado, que la Seguridad Social abone esos caprichos ¿no parece un despropósito? Y todo esto lo digo sin negar que, en efecto, habrá personas transexuales auténticas, como siempre las ha habido, que también se merecen nuestra consideración.