Opinión

Por una gran coalición PP-PSOE

El PP ganó las elecciones generales, lo mismo que UPN fue el partido más votado en Navarra y en Pamplona. Sin embargo, Pedro Sánchez ha optado por crear un nuevo Frente Popular que incluye a la izquierda abertzale y a la derecha independentista catalana. Esta incongruencia con los pasos que había dado su partido, que ya había escarmentado de los errores cometidos durante la II República, está creando una grave desestabilización en España. En estos momentos, el PSOE no está mirando por el interés nacional ni por el bien de la ciudadanía. Se limita a jactarse de mantener el poder a costa de lo que sea. Lógicamente hay disidentes con esa política errática, pero en general los representantes socialistas y su militancia están acatando la voluntad de una directiva empecinada en pactar con los independentistas, algo que solo puede conducir a dar alas a los movimientos separatistas. Parece ser que Pedro Sánchez no sería partidario de aquella máxima que se aplica en secuestros o atracos de no ceder ante las exigencias de los criminales porque cediendo se consigue que se multipliquen los secuestros o atracos por representar un símbolo de que de esa manera violenta y criminal pueden satisfacer sus demandas. Y es que las pretensiones de los independentistas catalanes ya son inasumibles. Tanta cesión resulta bochornosa. 

Por otro lado, el acuerdo entre EH Bildu y el PSOE podría llevar a la coalición abertzale al Gobierno vasco, lo que ya ha sucedido con la alcaldía de Pamplona. Si fuese la primera fuerza por delante del PNV, así sería, sin duda. De realizarse esa posibilidad, la confrontación en la sociedad española llegaría a límites insospechados. Y en Euskadi la arbitrariedad sería la norma de la Administración, como ya lo es donde gana las elecciones sindicales LAB, por ejemplo en el HUN. Por supuesto, habría muchas más cuestiones que analizar porque se podría escribir un libro sobre los tremendos perjuicios que los independentistas catalanes y vascos generarían situados al frente de las instituciones. 

Por lo tanto, para que España no se precipite por el abismo, solamente cabe una posibilidad: un gobierno de coalición entre los partidos de centro izquierda, principalmente PSOE, y centro derecha, sobre todo el PP, que precisamente son los mayoritarios porque la sociedad española es a grandes rasgos democrática, europea y occidental. Lo mismo podría decirse de Navarra: una coalición entre UPN y PSN sería de nuevo lo más sensato después de haber comprobado que el proclamado como cambio político ha convertido esta sociedad en una masa de ciudadanos crispados y dispuestos a la batalla. En este sentido, hay que tener bien clara una cuestión: los extremos en España son guerracivilistas, tanto a la derecha como a la izquierda. Mientras que unos reivindican la dictadura franquista y no cuestionan la responsabilidad de las derechas en el fracaso de la II República, los otros parece que lo único que desean es la revancha y que asimismo son incapaces de realizar una necesaria autocrítica del fatídico papel desempañado por las izquierdas en la breve experiencia republicana del siglo XX. Trabajar por la paz en este país es cooperar en que los extremistas y los independentismos salgan de la ecuación de la gobernabilidad.